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El chico que "aparece" de la nada

—Nos van a matar. 

—Si sigues hablando, sí —me quejé.

—Nos van a matar como a unos pendejos —continuó en un tono agudo y asustado—. Tengo dieciocho años, Mack, no me quiero morir todavía. ¡Ni siquiera he hecho mi primer trío!

Nuestros pasos crujían sobre la hierba a medida que explorábamos el enorme patio de mi casa.

—¡Que te calles, Nolan!

Pero por supuesto que no se calló. Si en verdad nos mataban iba a ser culpa de él.

—Estamos aplicando la estúpida lógica de los protagonistas de las películas de terror —opinó Nolan, quejoso, mientras apuntaba con la linterna en todas las direcciones—. Sabemos que esto va a terminar mal y no echamos a correr. Dime por qué coño aún no hemos echado a correr.

Nolan era mi mejor amigo. Era alto, esbelto, como un personaje bohemio de una película europea, pero cuando estaba nervioso se comportaba como un grano en el culo.  

Tan solo unos minutos atrás estábamos sentados en el sofá viendo series en Netflix. De repente se cortó la luz y luego escuchamos un ruido muy extraño. Nos asustamos, pero habíamos salido a ver qué era. El problema era que todo estaba oscuro, silencioso y aterrador. 

—Porque no somos tan cobardes —repliqué, mirando hacia cada lado. 

—Oh, sí lo somos —refutó Nolan. Yo sabía que tenía razón, pero no iba a dársela—. Todavía tenemos que poner caricaturas después de una película de terror para poder dormir. ¿A quién quieres engañar?

Pretendía refutarle, pero de nuevo escuchamos algo y nos paramos en seco.

 Había sonado como un quejido, un quejido humano.

—Dime que tú también escuchaste eso y que no se me quemó un cable en la cabeza —susurró Nolan, nervioso.

—No se te quemó otro cable, yo también lo oí.

Por supuesto que lo había oído, y sabía que era tan real como que estaba cagadísima.

Nolan volvió la cabeza. Tuvo intención de decir algo, pero cerró la boca de golpe y se quedó mirando en dirección contraria a mí con los ojos como platos, brillando de asombro y temor.

—Mira —musitó.

En cuanto me giré para saber qué lo había dejado pasmado, vi que se movía una acumulación de los arbustos del jardín. Las hojas y las ramas se agitaban de un lado a otro como si algo dentro de ellas las sacudiera.

—Hay algo ahí —añadió Nolan.

Reconocí el susto en su voz y estuve a punto de marcar al 911...

Cuando algo me cogió el tobillo.

Solté el grito con potencia. Un escalofrío me recorrió como un latigazo en el instante en que sentí la mano aferrarse a mí. Un segundo después, Nolan también gritó y todo fueron gritos y caos, tanto que las cosas sucedieron demasiado rápido:

Traté de correr, pero la mano me agarró con fuerza, como diciendo: no te vas a escapar. A Nolan se le cayó la linterna por el susto. Mientras él la buscaba, yo intenté tirar de mi pierna con desespero. No veía nada. No sabía qué era. No sabía si iba a morir.

Hasta que Nolan por fin consiguió la linterna, alumbró hacia el suelo y ahí estaba.

Era una persona.

S T R A N G E © [Parte 1 y Parte 2]Where stories live. Discover now