Brasas

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     Era fuego, de ese que quemaba y se alzaba sin ayuda alguna. Era fuego, de ese que no se extinguía y trataba de alcanzar todo lo que se podía consumir a su alrededor. Era fuego y ahora soy brasas que luchan por ser fuego, pero se apagan lentamente. "Ayúdenme a ser fuego," rogué, "sóplame para que mis llamas vuelvan nacer."
"Ayúdate a ti misma," me dijeron, "que las brasas también son fuego." Y ahí aprendí que, aunque soy brasas, volveré a ser fuego; y que tenía que soplarme yo misma. Que aunque no sea fuego al instante, poco a poco, dejaré de ser brasas.

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