Principios horribles, personajes más falsos que un billete de chocolate. Esto de ponerse a escribir es un camino con más topes de lo que te imaginas. Aquí encontrarás algunas de esas piedritas con las que los escritores se tropiezan todo el tiempo ¡...
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Si no te has encariñado con un personaje... No, seguro que te has encariñado con uno, porque, aunque lo niegues, no eres una piedra sin sentimientos. Está bien, nunca engañaste a nadie de todos modos.
El problema que tenemos muchos escritores es que nos encariñamos tanto con un personaje que queremos ponerle las cosas fáciles. ¿No lo había dicho? Al lector no le interesa eso.
Los lectores, ¡que no lo nieguen!, son unos sádicos que quieren ver sufrir a tus personajes; de otro modo dejarán la historia y se irán a encontrar una que sí les de lo que están buscando. Como los novios de hoy día, ya sabes.
El caso es que una manera de facilitarle el camino al personaje es hacerlo perfecto o todo poderoso. No lo hagas. De verdad, es la peor idea que pudiste tener. Los personajes perfectos aburren al lector más que cualquier otra cosa. Él quiere ver dolor, tristeza, infelicidad. Y nadie que sea perfecto padece de infelicidad... tal vez ¡porque nadie es perfecto!
A continuación, te presento algunos errores comunes sobre los personajes y cómo evitarlos.
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La mojigatería estuvo de moda... cuando Adán y Eva seguían en el jardín del edén. Y todavía entonces la serpiente fue la más popular.
Una buena manera de arruinar a un personaje es haciéndolo demasiado bueno o recto. Estos personajes desesperan, frustran a los lectores. Si además se trata del protagonista, la cosa se pone peor.
Algunos escritores piensan que la mejor manera de hacer que un lector se interese en un personaje es convirtiéndolo en la víctima de la historia, lo que en la mayoría de los casos implica que tiene una personalidad... ¡ni siquiera tiene personalidad! Es bueno complicarle la vida a tu protagonista, pero convertirlo en víctima... No lo hagas.
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