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Marco. El nombre del hombre que arruinaba sus días, y que también era su jefe. Un idiota pervertido de cuarenta y pocos años pero que aparentaba sesenta. Aún con sus veinte kilos demás que estiraban su piel, las arrugas seguían apareciendo. La bebida y el cigarrillo lo habían destruido antes de tiempo.

Pero él se creía un adonis, el mejor partido para cualquier mujer, era dueño del bar y la cafetería donde Blue trabajaba. Según ella no había sido mala suerte, sólo un mal pase de la vida, pero aún así estaba agradecida de tener trabajo.

Con veintitrés años había terminado su carrera en artes, especializada en fotografía, pensó en trabajar en cualquier lugar donde tuviera que hacer fotografías, para poder juntar dinero y algún día tener su propia galería donde muchos artistas jóvenes pudieran exponer.

Pero su sueño se vio bastante aplazado cuando su abuela tuvo un grave ataque al corazón. Se puso a trabajar, no de lo que quería porque no había conseguido quien la contratase sin tener experiencia. Su única amiga trabajaba en el bar, Selene jamás quiso que ella se metiera allí porque sabía que su mejor amiga era demasiado dulce e inocente, pero Blue le había rogado para que la ayudara a entrar y Selene no se pudo negar al verla hacer maravillas para que el dinero le fuera suficiente.

Así que una semana después estaba trabajando allí, Selene mantenía un ojo sobre ella y los tipos asquerosos que intentaban tocarla y llevarse "carne fresca" a casa. Blue era solo un año menor que ella y aún así era demasiado inocente en ese entonces y Marco ya le había echado el ojo.

Tres meses después Blue comenzó a trabajar también en la cafetería, por recomendación de otra chica que trabajaba en el bar, ella había dicho que necesitaban camarera en la cafetería y Blue no lo pensó dos veces. Sin saber que el dueño era su jefe el asqueroso, pidió el trabajo y por suerte, buena o mala, se lo dieron.

Su hubiera sabido antes que Marco sería su jefe en ambos trabajos no habría solicitado el empleo en la cafetería. Ella también se había dado cuenta de sus miradas lascivas en el bar y Selene le había dicho que se mantuviera alejada, al parecer ya había tenido problemas con otras chicas.

Pero el problema principal de Blue esta vez era que Selene no estaba en la cafetería para salvarle las papas del jefe, aunque para Blue ese trabajo era mucho mejor, a pesar de todo. No tenía que lidiar con borrachos ni con tipos desagradables. Los clientes eran en su mayoría gente agradable, que iban allí a tomarse un café, comer un trozo de pastel y volver al trabajo. Pero ella se sentía igual de mal que en el bar cuando su jefe andaba por allí, que era casi todos los días.

Blue era una mujer preciosa y eso nadie podía negarlo. Después de trabajar un año en la cafetería había perdido la cuenta de cuántos números telefónicos se habia encontrado en las servilletas junto con invitaciones a salir. Ella se sentía halagada, a diferencia de cuando sucedía en el bar que era, de alguna forma, desagradable. Tal vez por la manera en que lo proponían, o cómo se sentían con derecho a toquetearla.

Hoy, con veinticuatro años podía decir que solo había tenido un novio, y a los diecisiete, había durado un año y luego él había tenido que mudarse junto con su familia. Perdieron el contacto pero siempre se quisieron mucho, era un buen chico y se despidieron prometiéndose que si volvían a verse serían buenos amigos.

Volviendo al presente se escabulló antes de que su jefe la viera e intentase hacerle una de sus tantas propuestas asquerosas, se deslizó hasta la mesa en donde la llamaban, en sus patines rosa. Eran obligatorios, Marco había dicho que para ser más rápidas las camareras utilizarían patines siempre, por lo que ella estaba agradecida de que siempre le gustara ese ejercicio. Salía cuando tenía tiempo a algún parque donde pudiera distraerse patinando. No todas las camareras tuvieron la misma suerte, algunas de ellas pasaban más tiempo en el piso a causa de las ruedas, otras habían sido despedidas por Marco a causa de eso. Así que ella estaba feliz de saber andar en ellos o tendría que buscarse otro trabajo. Aunque esa última opción tampoco parecía tan mala considerando el jefe que tenía.

RogerWhere stories live. Discover now