Percy enfrenta la traición por parte de su novia en carne propia, con tal de despejarse, decide irse del campamento mestizo por un tiempo sin saber que iba a conocer a un grupo de semidioses que iban a poner su mundo de cabeza, aún mas.
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—Caminen más rápido.—se escuchó susurrar a una chica.
En medio de un bosque, cinco amigos caminaban -casi corrían- por este.
—¿Qué buscamos, Opal?—preguntó un chico con voz melodiosa. La oscuridad no dejaba ver mucho, no hace falta aclarar qué era de noche. La única iluminación que había era la luz de la luna.
—Les juro qué sentí algo.—murmuró la chica con un deje de frustración. Los únicos ruidos qué se escuchaban eran las pisadas de los adolescentes en las hojas secas qué habían en el piso.
Opal, siendo hija de Tánatos, percibía cuando alguien estaba por morir, claro, si se encontraba cerca del sitio. Aunque también variaba según la situación; si era un asunto de Hades sabía qué no podía hacer nada.
—Mira, allí.—señaló una chica aliviada de qué al fin habían encontrado lo qué Opal parecía sentir.
—Es un semidiós.—avisó un chico viendo la espada del azabache, esta rápidamente se convirtió en un bolígrafo desapareciendo.
El mas alto de los cinco se acercó al cuerpo inerte qué se hallaba entre el pastizal para presionar sus dedos en la parte posterior de la mandíbula.
—Aún tiene pulso, hay qué llevarlo a casa.—se paró rápidamente cargando al chico en sus brazos. En el camino debían apurarse, no vaya a ser qué un monstruo se les apareciese, y con el chico en brazos iba a ser difícil luchar y protegerlo al mismo tiempo.
La verdad es qué su 'casa' no era ni más ni menos qué una sucursal de emergencias abandonada. Contaba con un sala al entrar en dónde, obviamente, esperaban los familiares de pacientes, también tenía un mostrador y cerca de una ventana había una mesa de madera junto con sillas. En una puerta al costado del mostrador estaba la cocina en donde se hacia el alimento para los enfermos. Al ser una pequeña sucursal contaba con no más de diez habitaciones en el segundo piso, para su suerte, los enfermos tenían baños individuales, además de un baño en el primer piso.
Todos se encargaron de hacer ese lugar acogedor para ellos, todos tomaron una habitación y pasaron días desinfectando por completo el lugar. Para qué mentir, se veía genial. Obviamente lograron llevar la idea de su casa más a fondo, consiguiendo todo lo necesario, es decir, lo qué se encuentra en una casa de familia como platos, armarios, inclusive tenían montones de ropa aunque esta ya la tenían cuando llegaron al campamento. ¡hasta habían llevado un sofá! y no pregunten como lo consiguieron, no querrán ser cómplices. Por último, buscando la forma de protegerse de los monstruos, hicieron un gran campo de fuerza, claro, con ayuda de Tánatos y Fobos.
