Parte II

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La similitud entre los nombres de los boletos no le pasó por alto al asistente en el mostrador de la aerolínea; extrañado preguntó retóricamente:

"¿Realmente ambas son María Pérez? ¿Por qué todos los latinos se llaman igual?". Prosiguió: "Sus equipajes están desbalanceados; distribuyan el peso o tendremos que cobrarle extra por el más pesado".

La maleta más pesada contenía los relojes de cuco. Acto seguido, cumplieron con el requisito.

(Fuente: www.elviajerofeliz.com )

"¿Qué trae ahí? Se escucha un tic-tac", le consultó el asistente.

Explicaron el contenido de la valija; ofrecieron mostrar la factura de compra de los dieciocho relojes.

"No podemos abrirla aquí por medidas de seguridad", les anunció.

Entregaron sus valijas y siguieron su travesía a través de los distintos departamentos del aeropuerto hasta la puerta de abordaje.

Entraron al avión y se posicionaron en los asientos que se les habían asignado. El vuelo parecía estarse demorando. El Jefe de Cabina anunció por el vociferador:

"Hugo Pérez, por favor, acérquese a la Cabina".

La Tía y la Sobrina no lo podían creer. "Tiene que ser Hugo, mi hermano", exclamó la Sobrina.

El nombre no era común y ella sabía que él haría escala en Miami, desde Europa, el mismo día. Ambas se levantaron y se dirigieron al punto de reunión. La Sobrina cuenta divertida y extrañada: "Cuando vi era un Señor alto, canoso y con una barba abundante. No era Hugo mi hermano."

Un viaje a Miami: una historia realWhere stories live. Discover now