3 GIOVANNA

5 2 0
                                    

Estamos terminando de arreglarnos, al parecer Maddie va a hacer una fiesta. ¿Motivo? Ninguno. ¡A ver a quien se le ocurre una fiesta un lunes por la noche! ¿A quién?

Yo no quería ir, pero Rebecca siempre me lleva por el mal camino, además de poder aprovechar que, por una vez hemos sido invitadas a una fiesta del tipo...solo van los populares del instituto, y la hace ilusión. Vale, a mí también, pero se sobrevivir sin ir.

Vestir a mi amiga no es cosa fácil, me ha costado tiempo para mi, dolor mental y físico, es como tener a una niña de cinco años, si no le gusta algo, te lo tira a la cabeza. ¡ME HA PEGADO! Sobre todo eso, que también me ha pegado la muy guarra. Odio cuando se pone así, es lo que me hace que se me quiten las ganas de ir a ninguna parte, de meterme en la cama y no moverme de ahí. Es peor que Samuel, por el amor de dios. La diferencia es que, mi hermano tiene sus catorce años y es más maduro, demasiado diría yo.

Me obligó a alisarla el pelo con la plancha y... ¡ya lo tenía liso! Nosotras somos chicas de pelo liso, lacio, pero ella lo quiere más. Puede que tenga que cambiar de opinión, si, las rubias son tontas. No lo pensaba pero es inevitable replanteárselo con alguien como ella. La he maquillado y he escogido la ropa que debía ponerse: una mini falda rosa bebe y un body negro con brillantitos, y lleva descubierto un brazo, mis botas altas de tacón de vértigo no faltan en el conjunto, objetivo cumplido le encanta.

Mi body le queda mejor que a mí, que asco. Al tener el pecho más grande que yo, le resalta y favorece mas. Yo, sin embargo, no me voy a complicar tanto, me ondulo mi castaño pelo laceo para que parezca más voluminoso, me maquillo lo justo para que mis ojos resalten mas, y por ultimo me visto: un vestido con brillantes de color azul, de media manga, con escote bastante visible a la espalda que en parte es tapada por el largo del pelo, el vestido me llega hasta medio muslo y no me olvido de mis tacones, perfectas.

Bajamos las escaleras, entramos en la sala de estar, Dan y Sam se nos quedan mirando, ambos por motivos diferentes, claro está. De hecho, Dan no me mira a mí, estoy más que segura de eso, su mirada va mas a mi derecha, a Rebecca para ser más exactos. Nunca le había visto con esa mirada, se le está formando una sonrisa que intenta disimular. Me da un poco de pena, Rebecca me ha dejado más que claro que le da asco pensar en eso y en él, yo creo que no es para tanto, a fin y al cabo, mi hermano no es feo.

¡NO ME LO PUEDO CREER!

- Dan ¿te importaría llevarnos a la fiesta?- le pregunto.

Podría coger yo misma el coche, pero luego si bebo no quiero tener algún accidente o algo parecido, esto es solo una suposición.

- Heee...si, claro.

No ha rechistado ni una sola vez, increíble ¿Quién es este tío y que ha hecho con mi hermanito? Hablando de hermanitos, miro a Sam, al igual que él me mira a mí.

- Sam... ¿Qué tal estoy?

- Estas...muy bue...muy guapa.

Pobre, empieza con la pubertad, lo que quiere decir que va a empezar a estar más salido que una mona. Casi dice que estoy muy buena, pero le ha dado vergüenza, normal, soy su hermana.

Mi amiga y yo esperamos fuera de la casa de mi prima, hasta que después de estar varios minutos llamando, por fin nos abren la puerta. El trayecto hasta aquí ha sido la mar de incomodo, Rebecca y mi hermano no dejaban de echarse miraditas a través del retrovisor, se creen que yo soy tonta y no tengo ojos en la cara, porque no entiendo porque luego me dicen lo contrario y me toman por loca. Bueno, solo queda para acabar la noche, disfrutar de esta fiesta. La música a todo volumen, comida, bebida y muchísima gente por todas partes. La incomodidad vuelve a perforar mi cuerpo, todos, pero todos los presentes se han quedado mirándonos a mi amiga barra acompañante, y a mi ¿Qué coño quieren? ¿Un autógrafo?

En guerra celestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora