Capítulo 14.

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NARRA MIRIAM

- Pongo el video?... - Julia no sabía que decir, y lo cierto era que yo tampoco. Ana no dijo nada después de ver la portada de un vídeo que le había enviado la persona de los mensajes anónimos. Era Mimi. Atada a una silla. Joder.

- Ana... - Me acerqué a ella y le cogí de las manos - Si queremos averiguar quien te está jodiendo la vida y donde está Mimi tendrás que ver el video... - Me miró a los ojos y casi después de dos minutos de silencio, habló.

- Ponlo. - Miré a Julia y le hice un esto para que lo pusiera. Las tres miramos el vídeo.

- Ana... - Sonó una voz nada familiar para mí, sabía que no era Jadel porque el tono de voz más grave - Debiste hacerme caso desde el primer momento... Una pena que la rubia lo tenga que pagar... Bueno, una de las rubias, no? Porque también está Nerea... Miriam... - Fruncí el ceño bastante cabreada. Como se atrevía? Miré a Ana y observé como le iban cayendo lágrimas a medida que avanzaba el vídeo. - Te dí unas instrucciones y no las cumpliste, ahora deberás enfrentarte a las consecuencias.

- ANA NO TE PREOCUPES POR MÍ... NO VENGAS A GAL... - Antes de que Mimi acabase la frase, el video terminó. Miré a Ana y ésta lo único que hizo fue llorar y abrazarme.

Cuando ya se calmó el ambiente mi prima decidió hablar.

- No sé si es buen momento, pero he averiguado donde se ha grabado el vídeo... - Ana enseguida levantó la cabeza pidiendo que dijese dónde se encontraba Mimi. - Están en Galicia.

- Tenemos que ir. - Me miró - Tengo que ir... y acabar con todo esto de una vez. - Le aparté un mechón de a cara y le cogí de la mano.

- Gracias Julia, te debo una. - Me dirigí a ella y le dí un beso en la frente.

- Miriam, - la miré - que... ya que vais a Galicia... y supongo que no irás a ver a la familia... Puedes quedarte en el piso de... - Ví como se quedaba callada de pronto.

- En el piso de quien, Julia? - Pregunté bastante impaciente porque tenía un poco bastante de prisa, y Ana ya hacía rato que me esperaba en el coche.

- De... mi novia. - Susurró mirando al suelo y sonreí mientras le levantaba la cabeza

- Va a ser un placer conocerla, y estoy muy orgullosa de ti por haber salido del armario conmigo así y ahora.

- Como sabes que nadie...? - Me miró confundida y yo solo sonreí.

- Eres mi prima, que esperabas? - Me sonrió y me dió un abrazo, después escribió algo en su móvil.

- Se llama Sabela, te paso su número ahora y ya os conoceréis cuando lleguéis allí. Ya le he avisado así que no te preocupes que os recibirá encantada.

Nos despedimos finalmente y salí de ahí. Me monté en el coche y empecé a conducir en dirección a mi piso. Iba a acabar de una vez con toda esta mierda. Miré a Ana por el espejillo y suspiré para mis adentros. Estaba destrozada, y eso me destrozaba a mí. Porque a pesar de todo el sufrimiento, seguía queriendo quererla, cuidarla, tenerla.

NARRA ANA

Llegamos al piso de Miriam y cogió una maleta. Ni siquiera le pregunté que llevaba dentro, porque lo único que me importaba era abrazar a Mimi y azar para que estuviese bien, sinó no me lo perdonaría en la vida.
Volvimos a subir al coche, pero esta vez en dirección al aeropuerto. Todavía nos quedaban unas horas de viaje hasta llegar a Galicia, sin añadir llegar a la casa de esa tal Sabela que a saber donde estaba y encontrar a Mimi. Intentaba todo el rato controlar m is ganas de llorar, pero a la mínima que visualizaba la cara de Cepeda poniendole una mano encima... La impotencia y la rabia se apoderaba de mí. Porque sí, sabía que era Cepeda. El muy imbécil ni se molestó en ocultar su voz en el vídeo. Después de hacer todo tan cuidadosamente secreto, va y la caga. No sé si fue a propósito para que hiciese lo que él supondría, ir a por Mimi, pero no me lo iba a pensar dos veces. Aunque todo estuviese preparado.

Llegamos por fin al aeropuerto y después de estar dos horas esperando, embarcamos y subimos al avión. Me senté al lado de la ventana, y Miriam al lado mía. Ni siquiera le había mirado en todo el rato, estaba tan entrada en todo, que por momentos se me olvidaba que estaba a mi lado. Hasta que me preguntaba si estaba bien. Y yo le respondía que sí. A pesar de que las dos supiésemos que no era cierto. Pero no insistía. Simplemente se quedaba a mi lado. En silencio. Y la verdad es que lo agradecía. Y esperaba que cuando acabase todo esto, pudiese volver a empezar con Miriam, porque noté su ausencia cuando no estaba, noté el vacío que se me quedó, y después de todo o que está haciendo por mí, sabía que la iba a necesitar.

Pasaron las horas y el avión aterrizó. Y yo sentía que en cualquier momento se me iba a parar el mundo. Ví como Miriam se levantaba y me miraba, esperando a que hiciese lo mismo, pero en lugar de eso me quedé en el asiento. Inmóvil. Viendo como los pasajeros salían del avión.

- Ana - Miré a Miriam, que me tendía la mano desde hacía ya tiempo. El avión ya estaba vacío. - Tenemos que irnos si queremos llegar menos tarde.

Ni siquiera le contesté. Simplemente cogí su mano y dejé que ella me guiase hasta donde fuera que tuviésemos que ir. En silencio.

Después de una hora y media de autobús, llegamos a la casa. Miriam llevaba un rato hablando por el móvil, supuse que seria con la chica de la casa porque ya era bastante tarde. Ni siquiera habíamos comido y ya era casi la hora de cenar.
Bajamos enfrente de la casa y fué Miriam la que llamó a la puerta. Después de diez segundos una chica bastante joven abrió la puerta.

- Hola - Sonrió alegremente mirando hacia Miriam - Tú debes de ser la prima de Julia, Miriam, no?

- Sí, - Miriam le devolvió la sonrisa y le dió dos besos. - Encantada...

- Sabela - sonrío otra vez.

- Encantada Sabela. Bueno, esta es mi... - me miró y no supo muy bien que decir - esta es Ana.

- Hola Ana - Me dió dos besos sin casi dejarme tiempo para saludar.

- Hola. - Respondí con un hilo de voz, porque me costaba hablar desde que había puesto un pié en la ciudad, desde que llegamos.

Sabela nos invitó a pasar y de paso, a cenar. A mi la verdad es que me daba bastante igual porque no comí absolutamente nada. Me disculpé de ellas yendo directamente a la habitación de los padres de Sabela. Al parecer, estaban de viaje y hasta la semana que viene no vendrían, así que Miriam y yo dormiríamos ahí y ella en su habitación. Se había planteado la tercera opción del sofá, pero era bastante pequeño e incómodo así que a ninguna nos importó dormir juntas.
Acabé de ponerme el pijama y me tumbé en la cama. Conecté mi móvil con los auriculares y me puse auriculares escuchar música. Releí conversaciones con el "acosador". Con Cepeda y a saber con quién más. Terminé llorando de la impotencia. Joder, lo iba a matar. En cuanto pudiese me cambiaría de móvil.
Seguí pensando en mis cosas hasta quedarme dormida.

NARRA MIRIAM

Después de que Ana se fuese a la habitación, Sabela y yo charlábamos animadamente sobre la vida.

- Y como conociste a Julia? - Me miró y rió un poco.

- Pues bueno, las dos queríamos el mismo papel para un musical, y al final se lo dieron a otra. - Rió más - Desde ahí empezamos a hablar y nos hicimos amigas.

- Y ahora también sois amigas? - La miré y alcé ambas cejas para hacerle entender la pregunta.

- Espera..., te lo ha contado? - Ví su cara de preocupación y enseguida esbocé una sonrisa a la vez que asentía para calmarla.

- Tranquila, no lo sabe nadie más. - Sabela suspiró. Supuse que ambas seguían en el armario y con miedo. - Oye, que no es nada de lo que avergonzarse, me alegro un montón por vosotras. - Sonrió un poco más consolada.

- Gracias Miriam. - se levantó y empezó a recoger, a lo que yo imita para ayudarla.

Terminamos de limpiarlo todo y nos dimos las buenas noches. Entré en la habitación y pude ver a Ana dormida con los auriculares puestos. Me puse el pijama y me tumbé a su lado. Mirandola. Como aquella vez. Aquella vez en la que nos conocimos...
Me acerqué un poco a ella y la rodeé con un brazo pegandola más a mí. Ella se despertó un poco y se giró del todo pegándose más a mí. Y nos quedamos así. Toda la noche. Ni siquiera sabíamos si la otra estaría dormida. Pero estábamos, y eso a mi me compensaba muchas cosas. Muchas. Pero continuaba enfadada con el gilipollas que había hecho daño a Ana, así que tenía un plan para acabar con todo. Un plan que rompería todos los esquemas del hombre que había destrozado a Ana Guerra. Y se iba a enterar.

Perdona Si Te Llamo Amor. // WARIAM Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum