CAPÍTULO 3

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JENNA

No me gustaba la compañera de piso de Noah. No sabría decir exactamente por qué, pero no me daba buena espina. Había ido a su apartamento para ayudar a Noah a vestirse y de paso pedirle a mi peluquera que le arreglase también el pelo, y aunque Briar había pasado olímpicamente de nosotras, su mera presencia me producía una sensación extraña en el estómago.

Mi amiga estaba espectacular, el gilipollas de Nick iba a quedarse de piedra cuando la viese llegar y bien merecido lo tendría si lo que Noah me había contado era cierto y el muy idiota pensaba presentarse con Sophia en la fiesta.

Pero ¿qué les ocurría a los hombres de nuestro siglo, por Dios santo?

Le puse los ojos en blanco a la vida y me giré para mirarme de nuevo en el espejo que había en la entrada. Faltaban veinte minutos para mi cita con Lion y si no salía ya, iba a llegar incluso más tarde de lo que tenía previsto llegar. Me alisé la falda color ciruela con las manos y me coloqué bien el top de seda que le había robado a mi madre aquella tarde. Sí, estaba guapa, me veía guapa, pero no dejaba de preguntarme por qué demonios me ponía guapa para él.

Me volví hacia Noah, que aunque no quisiese admitirlo en voz alta, estaba cagada de miedo ante lo que le esperaba aquella noche, y le di un abrazo bien fuerte con la esperanza de infundirle ánimos. Estaba arrebatadora con aquel vestido, y con su pelo rubio, largo, precioso, recogido en trenzas que caían hacia atrás formando una bonita cola de caballo que a muchas ya nos gustaría poder lograr de vez en cuando.

—Arregla las cosas con Lion, Jenn. Te quiere, no lo olvides —dijo mientras me daba un beso en la mejilla como despedida.

¿Me quería? Bueno, supongo que estaba a punto de descubrirlo.

Cogí mi descapotable rojo y con la capota subida me dirigí hacia el que se había convertido en nuestro lugar secreto. Podía recordar todas las veces que Lion y yo nos habíamos reunido allí para charlar, besarnos, toquetearnos y bueno... de todo un poco. No era nada del otro mundo, un parque situado a dos manzanas de su barrio, bastante descuidado de hecho, pero nos gustaba por sus vistas a la playa. Sentí mariposas en el estómago cuando divisé su camioneta junto al que ya era nuestro árbol. Lion estaba apoyado contra la puerta y aguardó hasta que detuve el vehículo junto al suyo para separarse y dar un paso en mi dirección.

—Gracias por venir, Jenn —dijo mucho más nervioso de lo que lo había visto en mi vida.

Dejé que me abriera la puerta del coche y cuando la cerró me apoyé contra esta y lo miré. Estaba guapísimo. Sin poder controlar mis pensamientos, mi mente recordó la última vez que había tenido esas manos sobre mi cuerpo, no hacía mucho, el día que me encontró en la playa borracha, el mismo día que me apretujó contra la misma camioneta que estaba aparcada a medio metro de distancia y me folló sin tregua durante dos horas.

Me avergonzaba de aquel día, no porque nos hubiésemos comportado como animales, sino más bien porque había sido yo la que le había casi ordenado que me empotrara y me hiciera todo lo que yo le fui pidiendo. Culpaba de mis impulsos a la borrachera, pero en realidad fue mi manera de obtener lo que quería desde hacía semanas, una manera que me permitía justificarme sin mucho remordimiento.

—Estás preciosa —empezó diciendo y yo lo miré fijamente antes de empujarlo suavemente para poder rodear su cuerpo y alejarme unos metros de él.

—Eso ya lo sé —contesté mirando hacia las olas que chocaban con el acantilado—. ¿Qué más tienes que decirme?

Noté cómo Lion se acercaba, no porque lo hubiese escuchado sino porque mi cuerpo así me lo indicaba. Cuando me percaté de que se colocaba tras mi espalda toda la piel se me erizó, pero mantuve los ojos clavados en el horizonte. Hizo el amago de rodearme la cintura con su brazo, pero me aparté y me volví para mirarlo.

JENNA&LION - Capítulos Extra.Where stories live. Discover now