Capitulo 8

27 2 0
                                    

Espero que disfrutéis el capítulo.

Y a partir de ahí no lo pude aguantar más. Metí la cabeza en el hueco del cuello que me proporcionó mi madre y comencé a sollozar derrotado por los sentimientos que llevaba guardando desde hace años en el fondo de mi ser y que por culpa de Eric habían salido al exterior como una bomba que no era capaz de controlar. La ira había dado paso al llanto y al remordimiento.

Poco recuerdo ya del resto de la noche. Solo sé que mi madre me acompañó a mi habitación y que me esperó pacientemente mientras me refrescaba en la ducha. Y después se lo conté todo. Le conté lo decepcionado que me sentía por haber sido un amigo al que solo querían para las fiestas, le conté lo solo que me había sentido todos esos años y lo encerrado que me sentía sin poder expresar lo que realmente era en realidad.

Mi madre me escuchó atentamente y por primera vez desde hacía más de 10 años me dormí en sus brazos, sintiéndome protegido y seguro mientras me cantaba una canción de cuna que me solía cantar cuando era pequeño.

Mi madre me escuchó atentamente y por primera vez desde hacía más de 10 años me dormí en sus brazos, sintiéndome protegido y seguro mientras me cantaba una canción de cuna que me solía cantar cuando era pequeño

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

                                       

Me desperté con la entrada de los primeros rayos de sol, al parecer mi cuerpo se negaba a dormir más horas. Me levanté para darme una ducha bien fría para despejarme.

Hoy era un día diferente. Iba a demostrar quién era Alexander de Dinamarca. Había hecho muchas cosas mal en mi vida, pero iba a reconstruirla de nuevo y esta vez sería completamente diferente. Me había dejado engañar por la gente que quería aprovecharse de mí, pero eso se había acabado. Lo primero que haría sería hablar con Anastasia.

Esperé un par de horas hasta que Alfred vino a traerme la ropa del día y a prepararme el baño.

-No te molestes Alfred, ya me he duchado- Alfred paró en seco y mirándome hizo una leve reverencia indicando que se retiraría.

-El desayuno se servirá en media hora su alteza- me indicó como todas las mañanas. Ese hombre se había tirado 20 años detrás de mí, se merecía una condecoración y una buena jubilación cuando llegara la hora. Después de decirme eso se dispuso a salir de la habitación, pero lo detuve.

-Alfred-le llamé. Él, por su parte, se dio la vuelta y me miró- Necesito que me hagas un favor.

-Por supuesto alteza-respondió. Me levanté y fui a mi escritorio donde había dejado el sobre que debía entregar.

-Si no es mucho pedir, me gustaría que le hiciera llegar a la Princesa Anastasia de Rusia este sobre cuanto antes- le entregué el sobre al mismo tiempo que le decía aquello.

-Lo haré enseguida, alteza-bajo la cabeza en señal de reverencia y se marchó. Ahora solo quedaba esperar a que no rechazara mi invitación. En el sobre le pedía a la princesa que necesitaba verla en mi despacho después del desayuno, si no tenía ninguna obligación pendiente. La verdad es que esperaba aclarar lo de anoche y sobre todo que me descifrara aquellas palabras que habían conseguido despertar en mi interior a una persona que llevaba escondida muchos años.

Me observé en el espejo después de vestirme. El vestuario de hoy no era tan ostentoso como el de ayer. No había uniforme. Tan solo unos pantalones azules oscuro al igual que la chaqueta y una camisa blanca. Los zapatos negros brillaban impecables. Me pasé la mano por el pelo para colocármelo como hacía todas las mañanas.

Respiré hondo. Era hora de enfrentarme a mi familia. No sabía si la Familia Rusa se habría enterado ya, aunque ni yo mismo sabía que decía la prensa de mí exactamente, pero mi madre me había aconsejado no hablar del tema en su presencia.

Entré al salón comedor con la mejor sonrisa que tenía.

-Buenos días- saludé a mis padres. Le di un beso en la mejilla a mi madre como todas las mañanas, aunque ese beso iba cargado de mucha gratitud.

-Buenos días cariño- dijo mi madre alegre.

-Me alegro de que te encuentres mejor- contestó mi padre mirándome de manera comprensiva. Había que decir que la Familia Rusa todavía no estaba allí.

-Lo estoy padre-asentí. Me senté a su lado, enfrente de mi madre. Miré la mesa en busca del periódico del día pero solo encontré tostadas y dulces (cosas que no iba a tardar mucho en saborear). Miré a mi padre con gesto interrogante.

-¿Dónde...?-comencé a decir.

-¿...Está el periódico?- terminó mi padre- Creo que hasta que no se vayan nuestras visitas es mejor alejar las noticias.

-Tu padre tiene razón cariño- constató mi madre.

-Por supuesto- contesté mientras cogía una tostada y le untaba la mermelada de fresa.

Las puertas del salón comedor se abrieron dejando paso a la reina María. Su vestimenta había pasado de ser honorífica a una formal cómoda. Llevaba un vestido entubado hasta las rodillas con mangas hasta el codo de color azul turquesa al igual que sus zapatos de tacón bajos. Llevaba el pelo castaño suelto de manera que le caía por los hombros.

Sus hijos también habían pasado a un vestuario menos ostentoso. La Princesa Anastasia llevaba un vestido de vuelo y de mangas largas lila. Sus zapatos en cambio eran parecidos a los de la reina, pero de color crema. Su pelo tenía un semirrecogido un poco más arriba de la nuca y el resto caía liso por su espalda. Ninguna de las dos llevaba la tiara que las identificaba como parte de la realeza como en cambio sí que hacía mi madre.

El príncipe vestía al igual que yo cuando era pequeño. Un jersey lila y unos pantalones cortos por encima de las rodillas de color crema. Llevaba medias y unos zapatos crema al igual que su hermana. Los dos hermanos iban conjuntados.

-Sentimos llegar tarde- dijo la reina María mientras era guiada por el mayordomo para que se sentara al lado de mi madre.

-Parece que nosotros hemos llegado temprano-dijo mi padre poniéndole humor al asunto.

-Buenos días- saludaron los príncipes.

-Buenos días- respondieron mis padres- por favor tomad asiento.

Por casualidades de la vida (y por casualidad digo mi padre) el mayordomo colocó a la princesa a mi lado derecho. Por protocolo la princesa debería sentarse junto a su madre, pero mi padre decidió volver a jugar sus cartas.

Todos comían y charlaban animadamente sobre la cena de Estado que tendría lugar dentro de dos días y con la cual se mostraría al país que éramos amigos de los rusos.

-¿Se ha decidido por fin con respecto a lo de ayer? - miré a mi derecha y noté que aunque no me estaba mirando directamente, la princesa me hablaba a mí. Pero por alguna extraña razón volvía a tratarme de usted.

-Eso parece-respondí. Supongo que aquella pregunta tenía que ver con el sobre que le había enviado esta mañana a través de Alfred.

-Después del desayuno debo hacer una llamada importante, si tiene trabajo puedo esperar otro momento del día-advirtió.

-No se preocupe, la esperaré- sentencié.

Después de eso me despedí de todos para dirigirme a mi despacho.

-Llevad a mi despacho el periódico del día- le dije a un mayordomo, quién asintió y se marchó por donde había venido. 

Era hora de averiguar que ponía el dichoso titular. 

Espero vuestro voto.

Nos leemos el próximo sábado mis nubecillas de algodón.

Seguidme en instagram para enteraros de adelantos y actualizaciones.

Instagram: aurora_ramos13

Anillo por compromisoWhere stories live. Discover now