VII

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Négy
●ღ●

Mientras caminaban, Pruna se cercioró de ir lo suficientemente cerca de Lorand como para poder esconderse de cualquier guardia que quisiera llevársela, para el caballero no fue extraño, dadas las circunstancias. Así que se limitó a acompañarla haciéndose el desentendido.

La primera casa que visitaron fue la del señor Akos Dali, un gigante más de la comunidad, rubio y de ojos cuales lagunas verdes, quien se mostró todo el tiempo amable y calmado, recibiendo la canasta muy agradecido. Fue una buena visita y a Pruna le agradó poder conocer gente nueva en aquella extraña comunidad de la cual ahora sería parte.

No le pasó desapercibida la incomodidad de Kriska al ver el rostro del señor Dali... pero no era tan cercana como para hacer preguntas.

La segunda casa fue la de los Kádár, el matrimonio de Marget y Zsiga, quienes también fueron muy amables e incluso les ofrecieron unos minutos de descanso y un pequeño refrigerio.

—Sois todos muy amables —sonrió Marget mientras ofrecía que beber a cada uno de sus invitados.

—Permitidme ayudaros por favor —ofreció Pruna con una sonrisa amable, misma sonrisa con la cual Marget declinó su oferta y en cambio le tendió algo que tomar para refrescar su garganta. Pero la verdad era, que Pruna tenía la garganta cerrada, no podía pensar en comida, no cuando estaba tan ansiosa esperando a que un guardia saliera de cualquier lugar y se la llevaste de vuelta al castillo. Y encima de eso, la preocupación por su hermano quien muy probablemente llevaba días sin comer, o beber algo ¿Cómo podría ella disfrutar de semejante placer teniendo todo aquello en su cabeza? No podía.

La caminata con Lorand, Kriska y Jency la ayudaba a despejar su mente, pero en pequeños lapsos como aquel regresaba a su realidad desesperante, y quería sin duda y ante todo resolver su preocupación.

—Marget, dejaos de cosas, que Pruna y yo os acompañaremos a la cocina, mientras estos hombres hablan de sus aburridas pláticas de negocios —dijo Kriska levantándose y dejándole espacio a sus dos hermanos y a Zsiga para que continuaran en lo suyo.

Y así ambas acompañaron a Marget a la cocina, mientras esta acomodaba los utensilios que habían utilizado para los bocadillos.

—Sois una esposa ejemplar, Marget. El nivel de entrega que tenéis por vuestro marido no lo he visto en nadie.

—Pues no hay una fórmula, Kriska —dijo amable—, solo se llama amar. Cada pareja debe encontrar la manera correcta de hallar paz y armonía para con su unión, sea cual sea la manera... ¿Cómo está la situación con vuestro marido? —Marget sonrió comprensiva, pero el lado paranoico de la pelinegra le hacía creer que tal vez aquel comentario no había sido bien intencionado, sacudió la cabeza despejando tales pensamientos y habló entristecida

—No quiero hablar de mi marido, Nandor puede hacer lo que le dé la gana. ¿Y vos Pruna, estáis casada?

—No aún no...

—¿Qué edad tenéis?

—Veinte años

—Estáis casi pasada, sabéis que las jóvenes de vuestra edad ya están casadas y con hijos.

—Se me han ido los años, supongo —masculló Pruna riendo en modo cortesana, ¿Por qué todos tenían que comentar algo sobre su edad?

—No os ofendáis mi lady, no lo decimos de mala manera, solo nos extraña que una beldad como vos no tenga marido.

—Pues, es una larga historia Marget, pero ya os lo contaré en otra ocasión. Ahora, disculpadme.

Sonrió, se secó las manos en la falda y salió con el porte arrogante de cortesana que le habían obligado adquirir con el paso de los años, ese que sacaba a relucir lo peor de ella.

Boldog Szilva: Ciruela Feliz libro 1 [Sin Editar]Where stories live. Discover now