Capitulo veintisiete

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Este capítulo va dedicado a mi mejor amigo Miguel que está leyendo esta historia y no deja de presionarme para que actualice xD Es gracias a él y a su dedicación que hoy tienen capitulo así que denle un fuerte aplauso.

¡Hoy es mi cumpleaños! :D Actualice en mi cumple, eso me da puntos extras con ustedes, ¿no? Okay :(

Abrazos!

Ariana.


CAPITULO VEINTISIETE

—Evan...— le susurre, inclinándome hacia él. Quería sentir sus labios contra los míos. El me sonrió.

—Eres tan linda, Jules— Su voz ronca me hizo temblar.

—Bésame— exigí, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello.

Nuestros labios estaban a punto de unirse...

—¡Jules!— alguien gritó justo en mi oído. Salté despierta, sosteniendo mi pecho mientras me sentaba. Lau estaba de pie a mi lado, sonriendo con malicia.

—¡Arg! ¡Lau! ¡Estaba teniendo un buen sueño!— Me quejé lanzándole mi almohada. Ella se echó a reír.

—Lo siento, pero es más de mediodía, hora de despertar— dijo casualmente, sentándose en el borde de mi cama.

—Es domingo— le recordé, molesta. —Puedo dormir hasta tarde los domingos.

—No cuando tienes que dar algunas explicaciones— cruzó los brazos sobre su pecho.

Fruncí el ceño —¿De qué estás hablando?"

—¿Qué pasó anoche?— preguntó, mirándome.

—Es una larga historia— le contesté, frotando mi cara.

—Tengo todo el día para escuchar.

—¿Puedo lavarme los dientes primero?— Le pregunté, irritada. No estaba en mi mejor estado de ánimo cuando alguien me despertaba. Lau me hizo un gesto hacia el cuarto de baño.

—Claro, pero no me voy a ir y tú lo sabes— Rodé los ojos y salí de la cama.

Después de hacer mi rutina en el baño, salí rascándome una nalga. Estaba segura de que una parte de mi cerebro seguía durmiendo. Para mi sorpresa, Lau ya no estaba sola. Jason estaba acostado en mi cama como si fuera la suya.

—Hey, te trajimos el desayuno— Jason se sentó, sonriéndome. —Bueno, más bien el almuerzo— Él frunció el ceño, probablemente recordando que era la tarde. —El punto es que te trajimos comida.

—¿Qué está pasando?— Le pregunté, mirándolos con recelo. —¿Que hacen ustedes dos aquí?— Lau y Jason intercambiaron miradas de complicidad.

—¿Estás bien?— Jason preguntó, serio.

—Sí, ¿Por qué no habría de estarlo?— Parecían sorprendidos por mi respuesta.

—No lo sé, pensé que el desamor podría ser muy doloroso— comentó Jason.

Desamor...
Evan...

Todo vino a mí. Mi corazón se encogió en mi pecho al recordar todos los acontecimientos de la noche anterior. Contuve algunas lágrimas y fingí una sonrisa.

—Estoy bien— mentí. Lau negó con la cabeza, sonriendo con tristeza.

—Hemos sido tus mejores amigos desde el kínder— Lau se puso de pie. —Estoy bastante segura de que podemos saber cuándo estas mintiendo. Ven aquí— Ella me ofreció sus brazos. La abracé con fuerza. —Lo siento por no estar allí para ti anoche—sabía que ella estaba siendo honesta.

—Está bien, no sabías nada— Me alejé de ella.

—Debería haber sabido que algo estaba mal cuando me llamaste— ella dijo en voz baja, la culpa plasmada en su rostro, —pero estaba tan sumergida en esa fiesta— Ella suspiró —Lo siento mucho.

—Lau— tome su cara entre mis manos —Esta bien, de verdad. Tienes derecho a divertirte, ahora estás aquí y eso es todo lo que importa— Jason se aclaró la garganta.

—Siento interrumpir su momento de novela de las nueve pero Jules, tu comida se está enfriando— dijo, pellizcando mi comida.

—¡Hey! ¡Manos fuera de la comida!— Exclamé, acercándose a él.

—¡Cálmate, mujer!— Parecía asustado. Él sabía que no debía meterse con mi comida.

Procedí a comer y a decirle Lau toda la historia. Jason ya lo sabía casi todo así que solo se acostó en mi cama enviándole textos a alguien. Lau me escuchó con atención. Sentí una presión en mi pecho cuando le dije que las partes dolorosas. Tuve que hacer una pausa para tragar el nudo en la garganta un par de veces. Era difícil hablar de ello, pero fue bueno para dejar salir  todos mis sentimientos.

—Así que eso es todo— terminé, dejando escapar un largo suspiro. Sintiendo mi garganta seca, tomé un sorbo de jugo de naranja que me habían traído.

—Guau— Lau pasó los dedos por el pelo. —Nada es fácil cuando se trata de ese chico, ¿verdad?

—No.

—¿Quieres oír mi opinión?— Ella ofreció, sosteniendo su pecho.

—No, Lau, acabo de pasar media hora de mi vida diciéndote toda la historia sólo por el gusto de hacerlo— dije sarcásticamente. Lau pellizcó mi cintura. 

—No hay necesidad de ser sarcástica, ¿de acuerdo?— Ella reprendió antes de continuar, —Sólo estoy diciendo que me conoces. Mi opinión va a ser brutalmente honesta, ¿Estás lista para eso?— Yo sabía lo que quería decir. Lau no era del tipo de persona que le gustara pintar las cosas a la hora de decirlas. No le gustaba embellecerlas, la crudeza era lo suyo.

—Estoy lista— Asentí con la cabeza lentamente.

—En mi opinión, él está siendo un imbécil indeciso y tu estás siendo débil y necesitada— Mis ojos se abrieron, —Es bastante obvio que él es un tipo cerrado y reservado, probablemente a causa de su pasado, pero tiene que dejar de jugar con tu corazón de esta manera. Es como esa canción caliente y frío de Katy Perry.

—¿Te gusta Katy Perry? ¿Desde cuándo?— Le pregunté sorprendida.

—Sí, pero ese no es el punto. Obviamente, le gustas, quiero decir, te besó por una razón, pero esta probablemente asustado o algo así. Los hombres pueden ser muy confuso a veces. En cuanto a ti mi querida amiga, necesitas dejar de ser tan pegajosa, ¿de acuerdo?

—¿Qué quieres decir?

—A los chicos no les gustan las chicas pegajosas, Jules— explicó en serio.

—Tiene razón— Jason acotó detrás de mí.

—No estoy siendo pegajosa— repliqué. Lau arqueó una ceja.

—Claro que sí, estás aferrándote a él como lo hiciste con ese horrendo oso de peluche que tenías cuando tenías siete años— abrí la boca, sorprendida.

—¡Hey! No era horrendo y que un oso panda— me defendí con indignación. Lau puso los ojos en blanco y Jason rio detrás de mí.

—Era horrible— Jason estuvo de acuerdo. Crucé los brazos sobre mi pecho.

—¡No era!— Repliqué infantilmente.

—¡Si lo era!— Lau replicó.

—Todavía lo tienes, ¿verdad?— Jason preguntó, tirando de mi pelo.

—¡Pssst!— exclamé nerviosamente. —¡Por supuesto que no! ¡Soy una niña grande— Mi tono era demasiado fuerte. Jason y Lau se miraron.

—Ella todavía lo tiene— ambos dijeron al mismo tiempo.

—Esto no se trata de Pedro, no—

—¿Pedro?— Se echaron a reír.

—¿Le pusiste que Pedro?— preguntó Lau, riéndose. Sus carcajadas eran algo contagiosas. Me estaba mordiendo el labio inferior para no unirme a ellos, pero no pude evitar echarme a reír también. Sí, Pedro no era realmente el nombre más lindo para un oso de peluche, pero bueno, yo tenía siete años en ese momento.

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