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 Todo estaba oscuro, apenas podía ver un claro de luz, llevaba horas caminando y seguía sin encontrar la salida.

A cada paso que daba más ansiaba encontrarla, había perdido la noción del tiempo, las tripas me rugían y la vista, entre otras cosas, se me cansaba.

Algo húmedo empezaba a empapar mis zapatillas, y un extraño olor se empezaba a respirar en el ambiente.

Era extraño, una mezcla entre basura y deliciosos dulces, debía de ser mi imaginación, tal cansancio me estaba provocando alucinaciones.

Miré hacia el techo de aquel asqueroso lugar, y, tan solo una mirada me fue suficiente para verla, la tapa de una alcantarilla, jamás pensé que me alegraría tanto de ver aquello.

Busqué entre las paredes unas pequeñas escaleras que sobresalieran para poder escalar, hasta que por fin las hallé.

Estaba tan solo a un peldaño y un pequeño empujón de salir de allí, cuando de repente...

Desperté.

Miré a mi alrededor y suspiré, el mismo sueño otra vez. Jamás conseguía salir de allí.

Me levanté suavemente de la cama, estaba aturdida, miré hacia la ventana viendo como caía cada hoja sobre el suelo.

El cielo se empezó a nublar y pequeñas gotas caían sobre mi ventana.

El reloj empezó a sonar, era hora de ir al instituto, bajé a la cocina y me preparé un zumo de naranja con tortitas, mi plato preferido.

A continuación, saqué unos vaqueros y una chaqueta, ya que hacía frío, y salí a la calle.

SueñosWhere stories live. Discover now