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31 de diciembre, del 2017
23:50

Faltaban 10 para que se terminara el año, y realmente no podía estar más agradecida del buen año que me había tocado.

Ósea, en parte

Los primeros meses fueron los peores que pase, enero y febrero habían sido como la misma mierda, mis papás estaban en pleno divorcio y la custodia de mi hermana estaba en juego.

Marzo y abril, no fueron tan malo pero me costo acostumbrarme a la situación, «y había tenido por primera vez una crisis de ansiedad »

Mayo y la mitad de junio, se basó en salidas al psicólogo y en contantes « ya era, sigamos» pero la otra mitad, habían sido algo así como el sol después de la tormenta.

y todo por conocer a la persona más bacan

El feña

Realmente no sé qué pacto hice para que semejante persona llegara a alegrar mi vida pero estaba agradecida con el tata dios.

Al Feña lo conocí esperando el metro, iba devuelta a mi casa, mi papá me había llamado retándome por haber discutido con la Maria, su polola y sus palabras no fueron las mejores.

« Después de esa llamada, mi respiración empezó a ser más agitada, me sentía atrapada, las gotas de agua no paraban de caen por mi frente. Y ni cuenta me había dado cuando  las lagrimas salieron.

El era el único en ese momento conmigo así que me acompaño hasta poder calmarme y me acompaño en todo mi recorrido.

Me pregunto por mi, si vivía lejos y si esto era la primera vez, yo respondí a todas sus pregunta como él con las mías.Supe que tenia 20, venía de la U y que estudiaba medicina.

Antes de despedirme me había podido mi número de teléfono para saber si había podido llegar bien y después de mil insistencias, se lo di.

Y desde ahí que no dejamos de hablar.

Llevábamos 7 meses conociéndonos y solo decir que fueron los mejores meses de mi año, decir que estaba enamorada era mentir.

Y una de las muchas cosas que me enamoraron de el, y que recuerdo como si fuera ayer es un día que le me había invitado a un pícnic y me pregunto algo súper inesperado.

Octubre del 2017

Era día sábado, y estábamos en un parque, el Feña me había llamado por si estaba ocupada o tenía algo que hacer, yo le había dicho que no y me había invitado a ser un pícnic.

Hace 5 meses lo había conocido y era un amigo súper bacan, yo hasta mejor amigo lo consideraba.

Ahora él estaba acostado de guata en la manta mientras que yo estaba sentada como indio mientras me comía una manzana.

— Oye shofi.— así me decía de cariño.

— ¿Si, dime?

— ¿Tu psicóloga no te ha dado tips sobre tus ataques?.— pregunto.

Yo arrugue mi cara, raramente me preguntaba de mis ataques.— Sisi, ¿porque?.

One shot chilensis Where stories live. Discover now