Capítulo 33

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Kara y Emma tenían una ligera idea de lo que diría Aurora; pero esperarían a que su amiga hablara y confirmara, o negara, sus suposiciones.

–Antes de que ustedes llegaran la reina Maléfica hizo algo que, luego de varias cosas que hizo por mí, pensé imposible–. Suspiró audiblemente y se dispuso a contar lo que el hada le había hecho.

–¿Qué hizo por ti?–. Emma interrumpió antes de que Aurora pudiera siquiera iniciar su relato.

–Me dio libertad, quizá no una completa; pero si una que fue suficiente para hacerme amarla y, sobre todas las cosas, me protegió... incluso de ella misma–. Las otras dos princesas compartieron una significativa mirada con Aurora y sintieron un ligero calor posarse en sus pechos, puesto que la reina Maléfica había hecho con Aurora, lo que Regina y Morgana habían hecho con ellas, respectivamente.

–¿Segura que quieres contarlo?–. La joven asintió y suspiró audiblemente antes de comenzar a relatar.

Analepsis

Aurora se encontraba sentada bajo un árbol que se hallaba a poca distancia del castillo, junto a ella estaba el hada que Maléfica le había asignado para cuidarla, en el árbol se encontraba Diaval y recostada entre sus piernas se encontraba una pequeña hada selvática que descansaba luego de haber corrido, con Aurora siguiendo sus pasos, bajo la atenta mirada de su madre y de Diaval, quienes no dejaban sola a la princesa a menos que Maléfica se los ordenara, puesto que ambos sabían bien lo importante que era la joven para la reina, aunque esta dijese que solamente era una moneda de cambio.

–¿Podemos ir al lago?–. La pequeña hada preguntó a Aurora, quien a su vez preguntó con la mirada a Senna y a Diaval.

–La reina Maléfica dejó muy claro que no podíamos ir muy lejos del castillo, siempre debemos estar en su rango de visión si sale por el balcón–. Senna zanjó con aquella respuesta toda posible respuesta de la joven, o eso intentó.

–Diaval ¿puedes ir junto a la reina y pedirle su permiso para ir al lago?–. El cuervo sabía muy bien que Maléfica se enfurecería su dejaba a la joven princesa sola; pero también sabía que al igual que él, Senna también era responsable de la joven princesa.

Con un graznido el cuervo emprendió vuelo en dirección al balcón de la habitación de su ama.

Luego de algunos segundos en completo silencio Aurora lo rompió con una pregunta hacia su hada custodia.

–¿Le temes a Maléfica?–. Incluso ella se sorprendió por haber formulado esa pregunta.

–No, la respeto y admiro–. Esa respuesta sorprendió a Aurora y de igual manera la hizo sonreír, puesto que si Senna respetaba y admiraba a Maléfica, eso significaba que la reina no era tan mala como se había dejado ver ante ella.

–¿Ella es buena?–. Senna meditó un poco antes de suspirar y disponerse a responder tan complicada pregunta, y más viniendo de alguien que vio la peor faceta de Maléfica.

–Depende mucho de su percepción de lo que es ser "buena", princesa Aurora –la joven asintió lentamente–. Según mi percepción Maléfica es buena, ha cometido errores; pero eso no cambia su esencia–. Senna no pudo continuar puesto que Diaval llegó, con un pequeño pergamino enrollado en su pata.

Aurora fue más rápida que el hada le quitó el pergamino a Diaval de su pata, y sonrió cuando leyó las primeras palabras allí escritas con la perfecta letra de la reina hada.

–"Autorizo a la princesa Aurora a ir al lago, siempre y cuando sus custodios vayan junto a ella en todo momento. Espero que nada de suceda o lo pagaran amargamente" –Aurora terminó de leer con una cara de pocos amigos; pero la idea de ir al lago la hizo sonreír–. ¡Vamos!–. Senna simplemente rió por lo bajo y caminó tras la joven que llevaba a su hija de la mano.

Reinas de la OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora