Camino a Trost

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"Tren con dirección a Trost con hora de salida a las 09:00, llegando a la estación listo para el abordaje de pasajeros"

-¡Jean, Connie! -Alcé mi mano al verlos correr hasta donde estaba yo sentado esperando en al andén.

-¡Armin! Perdón, este idiota no quería sacar la cabeza de la almohada. -Dijo Jean llegando a mi lado con una maleta de mano mientras que Connie traía un bolso de viaje cruzado por el cuerpo.

-Ah, Armin, perdónanos... Jean, cuando puedas llamar a tu madre dile que no volveré a visitarla si vuelve a mojarme la cara de esa manera. -Dijo Connie mirando con los ojos entrecerrados a Jean.

-Más respeto con mi madre, yo fui el de la idea, a ella no la podías golpear. Además, tú culpa, te dije ayer que no te quedaras desvelado bebiendo con mi viejo. -Comentó Jean buscando los billetes de tren de ellos, pasándole uno a Connie.

-No se preocupen chicos, justo llega el tren, hablé con Sasha hace poco por teléfono, tiene nuestras habitaciones listas. -Dije a la vez que tomaba mi maleta de viaje para comenzar a caminar por el andén buscando nuestro vagón.

-Genial, espero que este Niccolo para que nos prepare el desayuno. -Dijo Connie avanzando con nosotros.

-¿A qué hora debemos presentarnos en la institución? -Preguntó Jean entrando al vagón después que mí, nos dirigimos a los asientos de viaje compartido con numeración.

-A las dos de la tarde, Hange quiere que vayamos hoy al lugar donde están las sospechas del tráfico de personas. Debemos hacernos pasar simples trabajadores de oficina. -Comuniqué cuando ya estábamos sentados.

-Quién iba a pensar que siendo detectives, años de preparación, por fin íbamos a tener nuestro primer caso confidencial en Trost. -Comentó Connie echándose en su puesto.

-No sabíamos que el tráfico de personas se hacía aún, lo había radicado de la isla, pero era inevitable, la población creció mucho estas últimas décadas. -Dije antes de hacerle una señal a los chicos para que guardaran silencio al momento que el asistente de viaje llegó a pedirnos nuestros billetes de tren.

Nos habíamos graduado de la academia hace cinco años, estábamos dentro de los 10 mejores. Yo había estudiado en Shiganshina, quede en la sede de aquella ciudad natal pero los chicos, Jean y Connie fueron trasladados de Trost a Shiganshina, éramos pocos los que quedaban hasta el término de la carrera, por lo que se necesitaban más manos en mi ciudad, más cuando era una ciudad cercana a la ciudad portuaria. Con los tratados de libre comercio, la capitalización de la Isla y el turismo, el crimen aumentó considerablemente.

Principalmente en el tráfico de drogas, robos, asaltos y por último, y lo más grave, el tráfico de personas desde el continente.

Se hablaba de una riqueza inmensa que provenía de la isla, las malas lenguas decían que nuestra isla era el sitio perfecto para que la mafia se moviera con libre albedrío. Al parecer los del continente se lo habían tomado muy en serio. Las investigaciones arrojaban conexiones principalmente con los comerciantes pero también con los súper ricos, inversionistas y dueños de empresas internacionales que habían llegado a echar raíces.

La reina Historia estaba muy preocupada de cómo todo se salió de las manos, ella dispuso mucho presupuesto para las fiscalizaciones, investigaciones y compra de material de procesos policiales para poder detener la ola de crímenes que azotaba en la isla.

Nosotros como principiantes éramos enviados a fiscalizar principalmente las calles, comercios pequeños. Pero ya cumpliendo con las expectativas nos ofrecieron el trabajo de la única mafia que aún no podían detener: El tráfico de personas.

Di mi nombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora