46| Mala Idea

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Dulce

Caminé hasta el tercer piso, abrí la puerta del departamento y la cerré de golpe.

Escuché como a mis espaldas la puerta volvió a abrirse dejando entrar a un Damián completamente tranquilo.

—Dulce...

—No quiero explicaciones...—hablé mientras me cruzaba de brazos frente a él.

—No planeaba dártelas.

—Vale, entonces tú y victoria están saliendo.

—No creo que te incumba mi vida personal —sonrío lleno de sarcasmo.

¿Qué mierda le sucedía? ¿Dónde estaba el chico romántico y coqueto? ¿El chico tonto? Probablemente nunca existió.

Después de todo, él lo había dicho y yo de tonta había seguido.

"— ¿Qué pasaría si te dijera que aquel chico tierno y Dulce que te ha salvado la vida dos veces no es lo que parece?

— ¿De qué hablas?

—Que quizá en estos meses confirmes que no soy un chico bueno, querida agridulce ¿Aun quisieras seguir con esto de ser amigos?

—Seguiré a tu lado así descubra que eres un asesino."

—Oh, claro que me involucra —solté molesta — Vivimos en la misma casa...

—Ya, si te preocupa que me encuentres enrollado con una chica, prometo que no pasara.

—Eso, está bien, prometo lo mismo aun así...

—Somos compañeros de departamento, no novios —me cortó de golpe, encogiéndose de hombros —Quedamos en que éramos amigos ¿Lo recuerdas?

Sonreí, entonces era eso, volvíamos a ser amigos aunque en realidad de eso no habíamos pasado. Amigos cuando en la madrugada coqueteaba conmigo, tonto.

—Lo recuerdo.

—Yo también lo tengo presente... —se acercó a mí y en un acto rápido antes de salir caminando hacia su habitación, besó mi cachete —Amiga.

¿QUE CARAJOS?

Bien, entonces lo había comprendido, los dos jugábamos a ser amigos. No podía hacer nada, no tenía el derecho a ponerme celosa, después de todo, no éramos nada y yo me había encargado de convencerlo que vivía enamorada de un chico que no era él.

No tenía derecho pero eso no evitaba mis celos.

Joder, quería jugar con fuego y él lo sabía.

Caminé hacia mi habitación y me encerré en ella.

¿Qué debía hacer? Distraerme hasta olvidar a Damián. Pero ¿Por qué lo hacía realmente? ¿Por qué comenzaba a afectarme lo que pasara con él?

Porque me gusta. Damián me gusta.

Damon vivía en mi mente, todo lo que habíamos pasado jamás lo olvidaría pero aquel sentimiento vivido, aquella llama del amor se estaba apagando, después de todo habían pasado tres años, debía rehacer mi vida aunque lo tuviera a él en mi mente mientras que otra llama en mi interior crecía.

Una que alborotaba no solo mi mente sino también mi corazón, alguien que me confundía hasta los huesos, la persona que me había salvado la vida muchas veces, que me decía querer abrazarlo pero también matarlo.

El dueño de esta pequeña chispa que iniciaba a brotar amenazando en convertirse en un gran incendio, el dueño era Damián.

—Joder, te odio...—grité fuerte.

Prohibido Amar a Dulce ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora