Dulce
Viernes 30 de Julio.
Y así como pasaba el tiempo muy rápido, mis sentimientos por Damián crecían.
Había pasado casi un mes, mis estudios continuaban aunque pronto tendría dos semanas de vacaciones. Solo tenía una semana para estresarme un poco más.
La relación de los chicos parecía ir en aumento, ahora se podía ver a Lucas y Adán conversar como si fueran los mejores amigos, tenían sus diferencias pero las apuestas los unían. Becca por su lado, mantuvo su amistad con Lucas aunque tenía ciertas miraditas hacia él.
Aún estaba confundida.
Y por último, Damián, ese chico no había cambiado mucho, seguía pegado como lapa a mí, sus celos eran algo tierno porque cada vez que incluso sus amigos me daban un beso o un abrazo, el siempre cubría estos con los suyos.
Seguía siendo un romántico seductor y seguía preocupándose por mí. Yo, por mi cuenta, empezaba a trabajar más duro, me sentía mas cansada de lo habitual pero tenerlo a él, era reconfortante.
Ah y ya había aprendido a manejar la moto de Damián, por casi atropello a un árbol, a un poste y a Lucas pero todo bien.
—Dios, eres un peligro al volante —se burló Damián mientras me ayudaba a sostener la moto, yo sobre ella.
—Tu solo enséñame a manejar —ordené llena de seguridad.
—Como ordene la dueña de mi corazón...—eso me hizo sonreír aún más, distrayéndome.
Damián me soltó bajando la colina apartado de gente que podría salir lastimada por mis intentos de manejo.
—Ya pude...—grité manteniendo el equilibrio, bajé recto pero al llegar a la parte lisa, no pude mantenerme en un punto medio, mi cuerpo comenzó a irse para los lado —Oh, NO, NO PUDE, AYUDA...
Vi a Damián correr por la colina pero sabía que no llegaría a tiempo.
En un impulso temeroso, terminé saltando de la moto, quien se detuvo y cayó metros más adelantes.
Sujeté mi tobillo con fuerza, me comenzaba a doler.
A los segundos Damián llegó a mi lado.
—Lamento lo de tu moto...—fue lo primero que mencioné —En serio.
—No importa ¿Tu estas bien?
—Sí, yo...—traté de pararme pero me encogí al instante —Mierda, mi tobillo.
—Ya, no te preocupes, yo te cargo.
— ¿Y tú moto?
—Adán la traerá, por mientras, nosotros volvamos a casa.
Después de aquel día, cada fin de semana, Damián me ayudaba con la moto, me ensañaba lo esencial, aun así comencé a agarrar valor.
— ¿Dónde está el amor de mi vida? —escuché como entraban por la puerta principal.
Desde la cocina, me escondí para terminar gritando.
—Probablemente en Saturno, con tus hijos.
Escuché como carajeo y se acercó a mi escondite, debajo de la isla, se puso de cuclillas quedando frente a mí y me atrajo a su rostro.
Me dio un corto beso.
Joder, Damián.
Ya no era las agarradas de mano, ni los besos, ahora se le sumaban a la lista, los besos sorpresa de Damián.
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Prohibido Amar a Dulce ©
Teen FictionSaga "Prohibido" Libro 2 La muerte de una persona tan importante como el amor de tu vida puede dejar un gran vacío, un dolor indescriptible y en este caso un misterio inimaginable. Dulce, después de perder al amor de su vida, toma la decisión de ale...