Capítulo 5: Haze

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Repugnancia, esa era quizás la única palabra con la cual podría referirme a la humanidad y lo que me causaban

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Repugnancia, esa era quizás la única palabra con la cual podría referirme a la humanidad y lo que me causaban.

No siempre fue así, también fui humano y se podría decir que tuve una buena vida pero siempre tuve sed de más, sabía que algo mejor estaba destinado para mi, algo superior y no me equivoqué.

Al poco tiempo de unirme al ejército me reclutaron para una misión especial, un general de ese entonces quería crear armas de guerra "humanas" y así fue como tras pasar por varias pruebas tanto de fuerza como personalidad me convirtieron a mí y a dos tipos más en monstruos, seres con súper fuerza y velocidad que se alimentan de sangre humana.

El proceso de transición no fue fácil, todos nuestros sentidos se incrementaban y así también nuestras emociones se multiplicaban por mil.

Matar por primera vez para alimentarse tampoco fue algo que se nos haya hecho muy fácil, pero mentiría si dijera que no me gustó. Poco a poco me fui convirtiendo en eso que ellos querían; una maquina homicida.

Nuestra infiltración en las tropas que irían a Europa tenía un solo fin, debíamos examinar potenciales para que fueran como nosotros, íbamos a darles el poder, la fuerza y sobre todo; la inmortalidad a cambio de lealtad, junto a eso, dejando de lado todo el tema de armar un ejercito, mi misión era aún más interesante, debía tener a alguien de la familia Martinelli y hacerle un hijo, el gen vampiro nació con ellos miles de años atrás, lo llevan en la sangre y al tener un hijo tendríamos un pura sangre, un ser mucho más poderoso que cualquier vampiro común producto de la pureza del gen de los Martinelli y al ser yo, un vampiro creado casi de manera científica era un gran potencial, todo eso sumado al imperio que estos mismos habían creado nos haría imparables.

Fácilmente me infiltre en los Svaty, un club de bestias con el ego tan jodidamente alto que serian capaces de vender su alma al mismísimo diablo si este existiera, pero me servían aunque me causaran asco. La primera opción iba a ser Donatella Martinelli, habría sido muy fácil pero me bastó con conocer a la dulce Minerva para elegirla, ella daría vida a nuestro pequeño pura sangre.

Degan era mi compañero en esta misión, el primero de mi linaje, pero todo el autocontrol que yo tenía él lo había perdido, era un maldito enfermo y por su culpa me había expuesto ante Donatella, era por ello que tendría que acelerar las cosas e improvisar en mis planes, debía acercarme a Santino y convertirlo, si lo hacía lo tendría en mis manos, sabia que tarde o temprano querría disputar el poder y liderazgo de los Svaty, solo tenia que buscar la forma de llevarlo tan al limite que se viera obligado a pedir mi ayuda.

—Habla —exclamó en un tono seco el mayor de los Martinelli.

—Bebamos algo primero ¿no hay prisa o si? —pregunté jugando con el borde de mi vaso.

—No tengo tiempo de sobra, dime de una vez que quieres conmigo

Estaba tanteando el terreno, tenia más o menos claro cual era su punto débil pero quería asegurarme.

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