Capitulo 48

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¿Podía tal vez decir que me amaba? Me gustaba mucho la idea de que se quedara conmigo y no dejara de hablarme. Me hacía sentirme protegida, segura y amada. Claro que capaz lo último no era cierto, pero así me sentía. Lo sentí suspirar y luego su respiración chocó contra mis labios. Besó cortamente sobre ellos y se separó un poco. Pasó mi mano por mi mejilla y murmuró algo que no pude comprender. Volvió a unir nuestros labios y al separarse, sentí mi mundo completamente lleno de felicidad. Lo había dicho.

-Te amo.-susurró casi inaudible.- Te amo tanto, Anna.-murmuró y besó mis labios.- ¿Me escuchas?-preguntó.- Te he dicho que te amo.

Claro que lo escuchaba, sin embargo, no podía decirle que yo también lo amaba. El hecho de que no pudiera profesarle mis sentimientos de igual manera, me desesperaba. Reuní unas pocas fuerzas y apreté su mano.

-¿Me escuchas?-preguntó en un hilo de voz.- ¿Estas despierta, Anna?-su tono de voz era animado.- Te amo, Anna, te amo mucho.

Era suficiente, no podía seguir recostada con los ojos cerrados y permaneciendo callada, mientras, él, me decía que me amaba y besaba mis labios con suma ternura.

-¿Aún me amas?-preguntó temeroso.

Estaba muy mal de la cabeza, sí pensaba, que yo había dejado de amarlo.

-Hazlo de nuevo, presiona mi mano.-pidió suplicante. A duras penas, moví uno de mis dedos.- Si me estas escuchando.-dijo feliz. Quise sonreír, no pude.- Creo que debo dejarte descansar, podemos hablar cuando se te pase eso de estar casi dormida.-añadió.

Lo sentí quedarse en silencio y tras unos minutos, besó mis labios fugazmente. Sonreí internamente al saber que no me besaba solo por hacerlo, si no, porque quería hacerlo, quería besarme porque le gustaba, porque estaba enamorado de mí.

-¿Te gustaría abrir esos hermosos ojos y decirme que me amas también?-preguntó. Me sentí desfallecer.- Sería algo hermoso, mi amor.-añadió. Se le estaba haciendo costumbre llamarme así y claramente, no lo iba a negar, me encantaba.

La habitación estaba completamente silenciosa. La respiración de Cole era regular, se había quedado dormido, tomando mi mano y brindándole pequeñas caricias. Ahora permanecía recostado, a mi lado, o por lo menos su cabeza y su cuerpo yacía en la silla. Nuestras manos aún entrelazadas y su respiración chocando contra mis dedos.

Claramente era de noche, aún con los ojos cerrados, podías darte cuenta que la habitación estaba casi a oscuras. Cole se removió y siguió durmiendo. Profundice mi respiración y segundos después fui inconciente de todo a mi alrededor.

No estoy segura de a qué hora desperté, pero estaba totalmente conciente de que era de noche. Apreté mis ojos y los abrí con suavidad. Al principio todo se veía borroso, pero segundos más tarde, todo era más claro y visible. Volteé a ver a Cole, quien dormía como yo lo había supuesto. Apoyando la cabeza y los brazos sobre la camilla, mientras que su cuerpo estaba sentado en la incomoda silla negra.

-Cole.-probé como salía mi voz. Horrible y rasposa. Tosí.

Iba a dejarlo dormir, pero no por eso, iba a dejar de tomarle la mano. Observé la habitación y me fijé en cada pequeño detalle. Era una habitación para un solo paciente, no había camilla al lado, solo un pequeño sillón, el cual, Cole parecía rehusarse a usar. Todo estaba bajo la tenue luz de una lámpara a nuestro lado y la pared padecía de un color crema, claro que bajo los efectos de la tenue luz, podía ser un poco distinta por el día. Miré a Cole y se removió un poco, siguió durmiendo. Acaricie el dorso de su mano con mi dedo gordo. Se veía tan lindo, dormido a mi lado. Me incliné un poco para observar la hora en su reloj. Cinco con trece minutos. Era tarde y temprano a la vez. ¿Qué podría hacer? Cole estaba cansado y dejarlo dormir era lo mejor, para él.

La Bella y la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora