Día cuatro: Bellotas.

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—¡Inosuke! — gritaba furiosa la chica de coletas; hace un par de días comenzaron a vivir juntos, todo bien hasta ahí, pero el chico jabalí era realmente desordenado. — ¡Ven, ahora!

— ¡Mierda, ¿ahora qué quieres?! — contestó, caminando en dirrección a Aoi. En su tono de voz se notaba que estaba agotado de seguir cada una de las órdenes que le daba la chica, eso no era algo que el autodenominado Rey de la montaña debería hacer.

¿Cómo llegaron a esto? Pues, se conocieron en la Academia Kimetsu, todo porque Aoi mostró interés en él, por el simple hecho de una peculiar cabeza de jabalí que solía llevar puesta. Aunque no se llevaban tan bien.

— ¡Te he dicho muchas veces que no entres con los zapatos sucios a la casa! — de alguna manera, Inosuke sentía que no era su pareja, actuaba más como si fuera su madre.

— ¡Cállate! Yo limpio... Y lo hago solo porque yo quiero, ¿entendido? — a pesar de su actitud, estaba aprendiendo más de lo que podría ser tener una vida "normal", ya tenía algo de conocimiento por una viejita llamada Hisa que lo cuidaba como si fuera su nieto.

— Hoy saldré con Kanao a comprar algunas cosas... Te pido que no hagas mucho desorden. — usó un tono de voz muy lento y dulce, algo que molestó aún más a Inosuke, parecía que le hablaba a un niño pequeño.

— entendido. — fue lo único que dijo, para después comenzar a limpiar toda la tierra que se encontraba en diversos pasillos de aquella pequeña casa.

Unos minutos después Aoi se fue... ¿quién diría que ahora tener una casa sola era aburrido? Aunque era lo más lógico, a ella le gustaba mantener todo limpio y en orden, algo que a Inosuke por supuesto no se le daba bien... Y menos si se le dejaba solo.

—Maldición... — se quejó al ver qué un jarrón se había caído al piso mientras el corría sin control alguno. Podría haberse quedado toda la tarde insultando al jarrón, pero tenía que pensar en algo para reponerlo rápido.

Un regalo.

Si, era una pieza antigua; muy bien cuidada y que en la actualidad no se solía ver, pero el pelinegro no tomó esto en cuenta, ¿entonces podía remplazarlo fácilmente por cualquier cosa?

— Bellotas... tienen que ser brillantes, pero aquí no hay... — vivían en una ciudad, no había mucha vegetación, pero su capacidad mental no comprendía eso y quería seguir aferrándose a esa idea.

No pasó ni media hora de lo sucedido hasta que tres niñitas tocaron la puerta, eran Naho, Kiyo y Sumi que decidieron visitar a Aoi. Inosuke nervioso abrió la puerta y las tres soltaron un grito al ver el jarrón roto.

— ¡Aoi te va a mataar! — lloraban al unísono, decían tantas cosas que era imposible diferenciar las palabras de las tres. Una incluso dijo "jabalí estúpido", mucho amor.

— ¡GUARDEN SILENCIO! — su paciencia se acababa, y sobre todo, le daba miedo la reacción de Aoi... Estaba perdido. — ¿Qué hago para que me perdone?

— Puede... veamos... ¡Dar algún regalo! —Kiyo sugirió emocionada, hace tanto tiempo que su "hermana" no recibía alguno, por lo que podría alegrarse.

— No entiendo en que le serviría eso. — y tampoco sabía en que le servía el jarrón, pero tenía que arreglarlo. Estaba decidido, si o si serían bellotas.

— ¡Sólo tienes que hacerlo! — Naho y Sumi se unieron a la idea.

Salieron de la casa en busca de algunas bellotas, buscaron y buscaron... Pasaron al menos una hora así, sin éxito alguno.

— ¿Qué hora es? — preguntó una de las niñas.

— Las... Son las cuatro de la tarde. —contestó Inosuke, tenía un reloj que podía leer fácilmente porque Aoi le enseñó los números, del uno al diez, pero se los enseñó.  — Si, las cuatro... ¡MALDICIÓN, LAS CUATRO! — según sus cálculos, Aoi estaba a nada de llegar y él ni siquiera había limpiando su desastre.

— Debemos volver, si seguimos aquí va a  oscurecerse y... — Sumi se sorprendió al ver que Inosuke tenía unas cuantas bellotas en sus manos, para luego salir corriendo.

— ¡Lo logré! — Tomó una pintura azul que estaba por ahí (ya que le recordaba a los ojos de su amada) y hundió las bellotas en ella, manchandose las manos y también el piso.

— Inosuke, ya llegué... — una cansada Aoi entraba a la casa, sus ojos se posaron en Inosuke y luego en el jarrón roto.

— Puedo explicarlo...

Sacó sus manos del bote de pintura, mostrándole las bellotas. Ella sonrió un poco, pero luego recordó la razón del porque hizo eso; para que no se enojara con él.

Al día de hoy se puede ver en una mesita una pieza rota de porcelana con unas cuantas bellotas encima; un regalo de su querida Kocho y otro de Inosuke, ambos eran especiales.

Pareja anormal  - InoAoi Week 2022Where stories live. Discover now