Once

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Margot se sorprendió que los dejaran salir a arriba. Ella había creído que pasaría el resto de sus siete años, o lo que le quedase de vida, encerrada la Academia y sus siniestros alrededores.

Pero, a los pocos días de encontrar el cuerpo de Louis en las mismas condiciones que el de Marie, el Director había aparecido en medio del comedor durante la merienda. Parecía que a ninguno de los mayores le sorprendía la afición del Director por aparecer dramáticamente en medio de una negra neblina. Los más chicos apenas soltaron un grito sorprendido. Como sea, el Director apareció y con su usual buen humor anunció una excursión fuera de la Academia. Todos, alumnos y docentes irían a arriba durante un día, mientras se realizaran "trabajos de mantenimiento en la Academia" en sus propias palabras.

―No es raro que salgamos un par de veces al año a pasear ―les comentó Basil cuando vio la expresión de desconcierto de los tres pequeños―. Pero es raro que se haga a principio de año. La primera salida suele ser para Navidad.

―Es verdad ―exclamó Laura, a su lado―. ¿Sabían que salimos el seis de diciembre disfrazados de Krampus a asustar a la gente de arriba? ¡Es súper divertido!

―Lo más probable que ese "mantenimiento" ―dijo Basil con suspicacia, marcando las comillas―, tenga que ver con lo que está pasando. Quizás quiere revisar el castillo de arriba hacia abajo sin que lo molestemos.

―Pasó algo similar cuando estuvimos en segundo año y hubo una plaga de escuerzos. Fue una completa locura ―secundó su amiga, con la voz llena de nostalgia.

―¿Por qué ustedes tienen las anécdotas divertidas y nosotros a un asesino serial? ―se quejó Oscar y quizás habría hecho reír a los demás, pero las miradas de todos se dirigieron hacia Francis. Su compañero había comenzado a comer con ellos desde que había perdido a su hermano―. Oh, cariño, lo siento. Hablé sin pensar.

Francis le dedicó una sonrisa apagada y negó con la cabeza.

―Está bien. No me ofendiste ―dijo, irguiéndose y adoptando un aire digno.

―¿En verdad crees que lo que pasó fueron asesinatos? ―le preguntó tímidamente Hugo.

Oscar se encogió de hombros antes de decir:

―Es una opción.

―Pero... Eso significa que fue alguien de la Academia ―continuó Hugo con un hilo de voz.

―Exacto.

―¡Eso está mal!

―Muchas de las cosas que hacemos acá están mal ―dijo Oscar con calma sin dejar de comer su cereal―. Claro que ni siquiera el Director permitiría el asesinato pero... ¿Acaso el mismísimo profesor Emil no admitió frente a todos que había asesinado a su propio compañero?


Rodia no estaba muy convencido del plan del Director. Le parecía demasiado arriesgado sacar a los estudiantes de la Academia justo ahora. ¿Y si el culpable no estaba ligado al edificio, sino a alguno de los estudiantes? ¿O a alguien más?

Y a pesar que le insistió poder quedarse, aunque sea para continuar con la investigación, el Director se negó rotúndamente. Todos los profesores conocían el protocolo de los paseos a arriba. A los profesores y estudiantes de último año se les eran asignados un pequeño grupo que vigilar. En parte para proteger a los estudiantes de agresiones de los pueblerinos supersticiosos y en parte para que estos no hicieran alguna estupidez. Y, ahora más que nunca, debían poner un ojo sobre cada uno.

Así que los cuarenta y siete estudiantes fueron armando grupos a medida que salían al patio frontal del castillo.

Margot vio a Lily, Kali y Virginia con una chica mayor, la hermana de esta última supuso. Spike había sido bienvenido en un grupo de chicos de segundo año junto a Oscar y Francis. Basil y Laura fueron asignados a cuidar un grupo de estudiantes de cuarto. Y, antes de que siquiera pensara en ello, Margot se dio cuenta de que Gaspar, Hugo y ella se habían quedado solos. Otra vez.

Lecciones OscurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora