II

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FLÚO DE LOS ARCANOS.

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‒Madre, creo que son bastantes flores.

‒Nunca son suficientes, hija. ¿Has visto este pueblo? Está lleno de caras tristes y no quiero que las nuestras se sumen a la lista. ¿Chocolate? –dijo tendiendo una taza de éste con bombones.

‒Gracias. –murmure.

‒Estuve hablando con algunos de nuestros vecinos, al parecer no han visto al rey en más de dos años, sospechan que podría estar muerto.

‒Por dios, madre. –digo. –Quizás solo quiere privacidad o está ocupado.

‒Boberías. –finalizo. –Hice pan de naranja para la inauguración de la florería.

‒¿Quieres que prepare algo para tomar?

‒No hace falta, preparare un té de frutas.

‒Puedo hacerlo yo si quieres.

‒Recuerda poner azúcar en un bote aparte. Envié una invitación al palacio, sería bueno la bendición del rey.

‒¿Para qué? Si es cierto lo que dicen aquí, nunca lo veremos.

‒No lo sabemos, a lo mejor si o probablemente no, ¿quién sabe?

Suspiro resignándome a su terquedad. –Está bien.

‒Por cierto, te he inscrito en el colegio de Fluorine Of The Arcane. –suelta de la nada mi madre.

‒¿Y eso que se supone que es? –indago.

‒Lo que en Aspan era una escuela de herbolaria, aquí en Ospan es de magia.

‒Genial –bufo. –, ahora tendré que manejar un palito de madera que saca chispas. –murmuro.

‒Por favor, Keyla sé que es difícil para ti adaptarte a esto y dejar todo atrás, pero no tuvimos opción. Puedes enviarle alguna carta a Mathew.

‒Mathew Gleen dejó muy claro que ya no seriamos nada desde que comenzó a golpearme. –masculló, haciendo que mi madre se tense.

‒Si y tu también cuando lo envenenaste.

‒¡¿De qué lado estas?!

‒Lo siento. –murmura alzando sus manos en señal de rendición. –Pero debes agradecer que nos fuimos antes de que pudieran actuar.

‒Tampoco es que le haya dado algo fuerte. –digo restándole importancia.

‒Hay algo más que debes saber. La academia es muy estricta con quienes entran a ella, por lo tanto, para evitarse problemas

‒¿Problemas?

‒ Los alumnos no podrán salir hasta que se gradúen de la academia y eso es después de tres años, después de eso ellos deciden si salir o permanecer en ella, pocos deciden lo primero.

‒No te vere en tres años –murmuro, la noticia había caído como un balde con cubos de hielo encima mío.

‒La correspondencia es algo que está permitido.

‒Claro que sí. –respondo con sarcasmo, viendo a mi madre fruncir el ceño.

‒Escucha Keyla, estamos aquí por las acciones que cometimos en Aspan. ¿Crees que si volvemos nos van a recibir con los brazos abiertos? ¡No! ¿y sabes por qué? Por qué envenenaste al sucesor al trono.

‒¡Iba a matarme si no lo hacía! Justo ahora estarías enterrando mi cuerpo y no estaríamos en esta discusión. –mascullo, viendo como observa las marcas en mi cuerpo.

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