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Madison gruñó tal cual perro enojado, su mañana no había sido la mejor de todas, de hecho podía catalogarla como la peor mañana de su vida, desde que la colombiana despertó había batallado con absolutamente todo, le picaba el brazo gracias al yeso, durmió casi nada la noche anterior ya que el dolor no la dejaba tranquila, no pudo quitarse el buzo sola, no pudo lavarse el cabello, no pudo cambiarse sola, en resúmen todo era un caos absoluto.
La colombiana estaba odiando demasiado a Aldo, incluso más de lo que ya lo odiaba.
── ¡Jueputa! ── Madison soltó un grito de frustración y cerró los ojos para intentar calmarse aunque sea unos segundos ── Debí quedarme en Colombia, pero no, la niña quería vivir en México y comenzar una nueva vida ── Se dijo a si misma ── ¡Universo ayuda a esta pobre alma, la cual tiene el brazo partido en dos gracias a un pendejo!
── Yo creo que el universo ya esta harto de que le pidas ayuda ── Madison giró su cabeza como la niña del exorcista y miró a su hermano ── Por cierto, buenos días bonita.
── ¿Buenos días? ── Cuestionó Madison y soltó el tenedor de golpe ── No Juan Sebastián, estos no son buenos días ── Juan oprimio una sonrisa ante la actitud de su hermana menor ── Tengo el brazo enyesado, el hueso partido en dos como si fuera una rama de apio, apenas puedo hacer mis actividades diarias y estoy hasta riata de sentirme como una inútil. Así que no digas, "Buenos días".
