10

86 13 2
                                    


Preparado, ¿listo? ¡Fuera!

Las gotas de la lluvia cubrían la tela de seda de tu sombrilla. Tus manos estaban tan frías como el viento, que chocaba constantemente con ellas. Tus mejillas y nariz estaban cubiertas de un tono rosado que cada vez se intensificaba más en tu piel porcelana por el frío clíma de Seúl.

Una furgoneta arrivó por fin. Tuviste que acercarte con cautela y esperar pacientemente a que bajaran el vidrio del conductor para charlar de una buena vez, aunque no se demoraron. Pronto podrías encontrarte con quien habías hablado unos días antes. No parecía un tipo malhumorado, pero tampoco agradable.

—Bien, el dinero—. Se lo entregaste. —Ve a la parte de atrás.

Tan pronto como estuviste por la parte trasera, la cajuela se abrió y pudiste ver todo tipo de armas de alto calibre, por supuesto, ilegales.

—Tengo de alcance corto y largo, escoge la que más te guste—. El hombre te observaba con curiosidad, y es que, ¿quién daría millones de wones a un extraño por un arma de fuego? Quienquiera que lo hiciera, ¿no sería un asesino o un puto loco?

Tomaste un rifle de caza y lo examinaste con cuidado, luego levantaste tu mirada para ver una pistola, y enseguida una escopeta de dos cañones.

Silenciadores, cuchillos...

—Tómalo rápido—. Asentiste con la cabeza.

────────ೋღ ☁ ღೋ──────────

Tiraste el bolso en el suelo, entonces caminaste exhausto a tu sofá, sentándote y soltando un buen suspiro.

¿Qué pasará...?

Miraste el techo con nostalgia, pero rápidamente dejaste de hacerlo cuando recibiste una llamada.

—Dígame, señor—. Introduciste la llamada con eso.

—¡Do-shik! ¿Estás bien? ¿¡Por qué no me has contestado en todo el día!?—. Vincenzo sonaba preocupado.

—¿Qué pasa?

—¿Cómo que qué pasa?—. Sonaba exaltado. Tú suspiraste.

—Estoy bien.

—No, definitivamente no... ¿Por qué no me dijiste que tenía oportunidad de salir?

—No pensé que vendría el día—. Comentaste con indiferencia, mientras que Vincenzo trataba de hablar correctamente.

—Do-shik... Ah...

No contestaste nada. Tu jefe te había metido en esto sin quererlo, ¿o sí? No importaba ya, querías acabar con todo o al menos intentarlo...

—No pienses nada tonto, ¿bien? ¿Sabes qué...? Deberías volver ya, eh...—. Tu corazón pareciera haber dejado de latir por un segundo.

—¿Qué?—. Sin querer, sonabas indignado.

—Escucha...—. Lo interrumpiste.

—Confíe en mí. No voy a morir.

—Va a intentar matarte, Do-shik. No seas terco, no pensé que iba a pasar esto... Estoy lejos, no puedo protegerte.

˙⌗: Consigliere Kang | Jang Han Seo × lector masculino. (CORRIGIENDO).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora