Arco 11 - Donde todo comenzó

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He'An no entendía el por qué. Por qué su familia no lo amaba, por qué rechazaban firmemente su existencia, por qué sólo lo consideraban una peste molesta e innecesaria.

Por más buen hijo que fuera, no parecía ser suficiente para ellos. Miradas frívolas y plagadas de odio era todo lo que recibía.

En cambio, su hermano gemelo era la luz de sus vidas. Los hacía reír, emocionarse, divertirse. Sacaba a relucir sentimientos tan agradables y puros que contrastaban fuertemente con los que él generaba.

He'An sentía celos. ¿Por qué a pesar de ser idénticos no recibían el mismo cariño? ¿Por qué solo él era maltratado, apartado y desdeñado? ¿Por qué?

Por las noches se cubría con una fina y sucia manta, tratando de combatir el frío que ingresaba por la ventana rota y desgastada. Su colchón apenas lo separaba de los tablones de madera que componían su cama, los cuales apestaban a humedad.

La habitación de He'An era un simple ático abandonado y maloliente. Lo único positivo era la intensa luz del sol que ingresaba todas las mañanas, y se esforzaba por calentar ese corazón cada vez más marchito y apagado ante el descuido de sus familiares y sirvientes.

He'An no era bien recibido en la familia y mucho menos por los empleados que atendían la mansión. Por más que pertenecía a la clase alta de la sociedad, vivía peor que un indigente. Era simplemente contradictorio.

Su infancia, adolescencia y adultez no fueron dignas de mención. He'An debió aprender por su cuenta y crecer a pasos agigantados si es que quería sobrevivir en medio de ese ambiente desolador.

Eso lo llevó a desarrollar una personalidad distante, fría y seria. No sonreía ni había calidez en su mirada. Era como una marioneta que se esforzaba por seguir caminando y respirando.

He'An no deseaba morir. Lo mucho que sus padres y hermano querían que sus días finalizaran, era lo mucho que luchaba contra su destino. No iba a darles lo que tanto añoraban.

Así como ellos querían verlo muerto, él haría hasta lo imposible por sobrevivir. Pero lástima que su arduo trabajo no diera frutos.

Fue precisamente en su cumpleaños número 20 que por fin entendió el motivo de tanto rechazo y rencor. Todo se debía a una maldita y estúpida creencia familiar.

Consideraban a los gemelos como un augurio de prosperidad, pero también de desgracia. Al menos si no se seguían los pasos adecuados.

Para resumirlo: el hermano mayor debía morir. Sería asesinado en un elaborado ritual, transformando su alma en un espíritu que estaría ligado a la mansión. Su único deber sería traer prosperidad a la familia y convertirse en la sombra del hermano restante. Garantizaría así su brillo y éxito.

He'An se burló con desdén de las descabelladas ideas de su familia. Sin embargo, no pudo evitar convertirse en una pieza más de su retorcida creencia.

Lo drogaron, arrastraron hacia el altar y asesinaron. Torturaron su alma recién formada, obligándolo a vagar por los alrededores de la mansión y entregar día tras día su preciada energía.

Estaban comiéndolo vivo. La esencia de su alma era utilizada para traerles fortuna y prestigio. Ni siquiera les interesaba saber que, al hacer eso, llevarían el alma de He'An a su perdición. Ya no sería capaz de reencarnarse y simplemente se desvanecería para siempre.

'Que final más patético', no pudo evitar pensar He'An.

Lentamente comenzó a resignarse a su cruel destino. Mientras contemplaba los logros de sus padres, el prestigio que había construido su hermano menor y los nietos que despilfarraban las riquezas que su sangre había conseguido, fue dejando que su alma se dispersara fragmento tras fragmento.

Me escapé del mundo por ti (Transmigración rápida)Where stories live. Discover now