Capítulo XXII

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SIGLO ANTIGUO

PALACIO REAL DE EVIGHEDEN

LIAH'S POV

Solo tomó dos meses para que el primer ataque iniciará. El pueblo de Abacus y sus aliados habían movido todas sus tropas al pueblo más cercano a la frontera del norte. Justo en Igor, el pueblo más frío y inestable climáticamente hablando. Sería una tortura para cualquier soldado permanecer allí por más de un año.

En algún punto de estos meses había pensado en la posibilidad de que se hubieran arrepentido y que preferirían dejar todo como estaba. Me había equivocado de una manera magistral al pensar que pensarían no regar sangre por alguna decisión monárquica. A veces me preocupaba que los reyes solo encontrarán una manera de mostrar su ira.

-Las nuevas tropas se están transportando al frente.

Zúrich me daba un reporte diario y hoy no sería la excepción. Apunte algunas puntos importantes en mi libreta.

-Dentro de una semana será seis meses de esta innecesaria guerra.

Digo lo obvio. Zúrich asiente y espera a que siga hablando

-¿Aún no ha dejado saber qué es lo que desea?

-No, Su Majestad. Hay solo suposiciones de querer el mando de la Unión.

Tomé una bocanada de aire y asentí. Había aprendió a las malas lo que era relajarse solo con unas cuantas respiraciones.

-No estoy dispuesta a darle este puesto a ningún tirano, mucho menos a alguien que no le importe matar a cientos sin dar la cara.

Doy por hecho mis pensamientos. Solo dejaría mi puesto si muriera o por alguna situación muy riesgosa. De lo contrario, daría pelea hasta el final.

-¿Irá a la guerra, Su Majestad?

Suspire y asentí.

-Debo hacerlo. No dejaré a todos esos soldados solo y quiero que está guerra se acabe de una vez por toda.

-Así será, Su Majestad. Arreglaré todo para su partida.

Se puso de pies y se inclinó rápidamente antes de salir de la oficina dejándome sola en mía pensamientos.

Sí, estaba haciendo lo correcto.

~•~

-¿Que vas hacer qué?

La voz de mi madre me hizo sonreír de manera amarga. Me recordaba a todas esas largas charlas que mantenía con mi padre por todas las veces que abandonaba el palacio por ir a alguna guerra.

-Es mi nuevo deber, madre. Solo vengo a despedirme.

Se puso de pies con gran facilidad. Su mejoría era notable y sus salida junto a Luna le habían ayudado el doble. Se habían hecho muy cercanas y eran bastante cómplices. Suponía que se hacían compañía una a la otra en este silencioso lugar.

-Liah, tu prometida y tus compromisos con ella. La boda...

Mi sonrisa desapareció y apreté mis labios en una línea recta.

-Ella lo ha comprendido. Lo haremos en cuanto regrese.

Cubrió su rostro con sus manos y nego lentamente.

-Esta vez no será como las pasadas, hija. Ahora eres la reina y general de cada uno de esos hombres de allá afuera. Irán a ti como leones.

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