Capítulo 10

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Maximiliano, con su entusiasmo desbordante, se volvió hacia Jasmin, ansioso por explicarle las maravillas que había descubierto en su trabajo.

Mientras caminaban por el largo pasillo que conectaba el laboratorio con el resto de la torre, Maximiliano comenzó a hablar con el tono didáctico y confiado que siempre utilizaba cuando se dirigía a su hija sobre temas que consideraba cruciales

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Mientras caminaban por el largo pasillo que conectaba el laboratorio con el resto de la torre, Maximiliano comenzó a hablar con el tono didáctico y confiado que siempre utilizaba cuando se dirigía a su hija sobre temas que consideraba cruciales. Jasmin, aunque lo seguía físicamente, estaba perdida en sus pensamientos, escuchando con un oído distante mientras su padre explicaba las complejidades y las maravillas de las gemas copia.

—Jasmin, quiero que entiendas la magnitud de lo que hemos logrado aquí—, comenzó Maximiliano, mientras se giraba ligeramente hacia ella para asegurarse de que lo estaba escuchando. "Las gemas copia son la clave para nuestro futuro. Han sido creadas con una precisión sin precedentes, no solo replicando las habilidades de las gemas originales, sino mejorándolas. Hemos eliminado las debilidades, hemos ajustado sus personalidades para que sean más leales, más controlables. Estas gemas no son como las que alguna vez conocimos, no se rebelarán, no se desviarán de su propósito."

Mientras él hablaba, Jasmin mantenía la mirada fija en el suelo, su mente atormentada por los gritos que seguía escuchando desde las profundidades del laboratorio. Era como si cada paso que daba la alejara más de la realidad y la sumergiera en un océano de sufrimiento que solo ella podía percibir. Las voces de las gemas atrapadas resonaban en su cabeza, cada una suplicando, implorando por una liberación que parecía imposible.

Maximiliano continuó, sin darse cuenta del conflicto interno de su hija. —Estas gemas copia tienen la capacidad de adaptarse a cualquier entorno, de enfrentarse a cualquier amenaza. No tienen miedo, no sienten remordimiento. Están diseñadas para obedecer, para cumplir con su propósito sin cuestionarlo. Con ellas, podemos erradicar cualquier amenaza que las gemas originales representen. No más revoluciones, no más rebeliones. Solo orden y control.—

Jasmin intentó concentrarse en las palabras de su padre, pero su mente seguía desviándose hacia los gritos que parecían perforar su alma. Cada súplica, cada gemido de las gemas encerradas la hacía sentir más y más atrapada. Se preguntó cómo podía su padre hablar con tanto entusiasmo sobre algo tan horrendo, cómo podía justificar el dolor y la destrucción que estaba causando. Pero no se atrevía a expresar sus pensamientos en voz alta, no sabía cómo podría reaccionar él.

—Jasmin, ¿estás escuchando?— preguntó Maximiliano de repente, notando su silencio. Se detuvo frente a una puerta de acero que conducía a otra sección de la torre. —Necesitas comprender esto. Lo que estamos haciendo aquí es histórico. Estamos asegurando la paz, estamos protegiendo a la humanidad. Las gemas han sido una amenaza durante demasiado tiempo. Y ahora, tenemos los medios para poner fin a todo eso.—

Jasmin levantó la vista y asintió lentamente, aunque sin convicción. Sabía que debía parecer atenta, pero por dentro se sentía completamente desmoronada. Las voces seguían invadiendo su mente, más fuertes que nunca, y su mirada se dirigía de vez en cuando a las paredes del pasillo, como si pudiera ver a través de ellas las horribles escenas que imaginaba sucediendo en los laboratorios.

Maximiliano, satisfecho con lo que interpretó como la aceptación de Jasmin, abrió la puerta, revelando una sala llena de pantallas y terminales de control. Los científicos y técnicos trabajaban frenéticamente, monitoreando las ubicaciones de las gemas copia y asegurándose de que cada una cumpliera con su misión. Las pantallas mostraban mapas del mundo, con puntos rojos que indicaban los lugares donde las gemas originales aún se escondían, y donde las gemas copia estaban siendo enviadas para destruirlas.

—Este es el corazón de nuestra operación—, dijo Maximiliano con orgullo. —Desde aquí, podemos controlar a las gemas copia, asignarles misiones y asegurarnos de que cada una cumpla con su propósito. Estamos enviando equipos a las zonas más críticas, donde las gemas originales aún representan una amenaza. Con su poder mejorado y su lealtad inquebrantable, las gemas copia asegurarán que no quede ni una sola piedra en pie.—

Jasmin miró las pantallas, sus ojos captando las imágenes de las gemas copia avanzando hacia sus objetivos, cada una moviéndose con una precisión militar, sin dudar ni cuestionar. Sabía que esas criaturas, aunque eran copias, llevaban dentro de sí la esencia de las gemas originales, de aquellas que habían sido capturadas y vaciadas de su vida. Sentía una mezcla de horror y tristeza, consciente de que lo que estaba presenciando no era una victoria, sino una tragedia que se repetía una y otra vez.

—¿No es asombroso, Jasmin?— preguntó Maximiliano, con una sonrisa que pretendía ser alentadora. —Estamos a punto de cambiar el mundo. Estas gemas, bajo nuestro control, garantizarán la paz que tanto hemos buscado.—

Pero Jasmin no podía encontrar ninguna paz en lo que veía. Solo destrucción, sufrimiento y una traición profunda a todo lo que alguna vez había creído sobre su padre, sobre el mundo. Las voces de las gemas resonaban en su mente, más desesperadas que nunca, como si supieran que su tiempo se estaba acabando.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, Maximiliano decidió que era hora de irse. —Vámonos, Jasmin. Hay más que quiero mostrarte, pero lo dejaremos para otro día. Estoy seguro de que tienes mucho en qué pensar.—

Jasmin asintió en silencio y lo siguió fuera de la sala de control. Mientras caminaban hacia la salida de la torre, su mente seguía aturdida por todo lo que había presenciado. Sabía que no podía quedarse allí, que tenía que alejarse de ese lugar, aunque fuera por un momento, para poder respirar, para poder pensar.

Cuando finalmente salieron de la torre, el sol se estaba poniendo, bañando la ciudad en un resplandor anaranjado que contrastaba dolorosamente con el frío y oscuro interior de la torre. Maximiliano la acompañó hasta la entrada, despidiéndose con un beso en la frente, un gesto que alguna vez le había brindado consuelo, pero que ahora solo le causaba confusión y dolor.

—Nos vemos en casa, Jasmin—, dijo él, sin notar el conflicto en su hija. —Recuerda, lo que estamos haciendo es por un bien mayor.—

Jasmin asintió una vez más y comenzó a caminar, alejándose de la torre y de las horribles imágenes que contenía. Su mente seguía enredada en los gritos de las gemas, en la visión de la nueva Aquamarina y en la desconexión que sentía con su padre. Se sentía dividida, como si una parte de ella quisiera gritar y otra quisiera esconderse del mundo.

Sin darse cuenta, sus pasos la llevaron hacia la casa de Nagisa. Sabía que allí encontraría algo de consuelo, una chispa de humanidad en medio del caos que ahora dominaba su vida. Necesitaba hablar con alguien, aunque no sabía cómo expresar el horror que estaba viviendo.

**Continuará...**

Guerra de Cristal - Steven Universe AU Volúmen 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora