Despertar

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Furioso, Stefan se volvió violentamente en dirección opuesta, intentando atrapar a Damon. Pero sus dedos se cerraron únicamente en el aire.

<<Aquí, Stefan.>> En esa ocasión la voz estaba en su mente, y su Poder le estremeció hasta la médula. Era necesaria una energía enorme para proyectar pensamientos con aquella claridad. Lentamente, volvió a girar en redondo, y se encontró con Damon en su posición original, recostado en el enorme roble.

Pero en esos momentos el humor de aquellos ojos oscuros se había esfumado. Eran negros e insondables, y los labios de su hermano estaban dispuestos en línea recta.

«¿Qué más pruebas necesitas, Stefan? Mi fuerza es tan superior a la tuya como la tuya es superior a la de estos lastimosos humanos. También soy más veloz que tú, y tengo otros Poderes de los que apenas has oído hablar. Los Viejos Poderes, Stefan. Y no me asusta utilizarlos. Los usaré contra ti.>>>

-¿Para eso viniste aquí? ¿Para torturarme?

<<He sido misericordioso contigo, hermano. He podido matarte en muchas ocasiones, pero siempre te he perdonado la vida. Pero esta vez es diferente.>>>

Damon volvió a apartarse del árbol y habló en voz alta:

-Te estoy advirtiendo, Stefan, no te opongas a mí. No importa para lo que vine aquí. Lo que quiero ahora es a Elena. Y si intentas impedir que la haga mía, te mataré.

-Inténtalo-replicó él.

El ardiente puntito de furia de su interior llameaba con más intensidad

que nunca, emitiendo tanto fulgor como toda una galaxia de estrellas. De algún modo, supo que él amenazaba la oscuridad de Damon. -¿Piensas que no puedo hacerlo? Nunca aprendes, ¿verdad, hermanito? Stefan tuvo apenas el tiempo justo de advertir el cansino movimiento de cabeza de Damon antes de que se produjera otro movimiento borroso y

sintiera cómo unas manos poderosas lo agarraban. Se debatió al instante,

con violencia, intentando con todas sus fuerzas arrancarlas de él; pero

eran como unas manos de acero.

La emprendió a golpes con furia, intentando alcanzar la zona vulnerable situada bajo la mandíbula de su hermano. No sirvió de nada; le sujetaron los brazos a la espalda, le inmovilizaron el cuerpo. Estaba tan impotente como un pájaro bajo las garras de un gato ágil y experto.

Se relajó por un instante, convirtiéndose en un peso muerto, y luego de

repente hinchó todos sus músculos, intentando liberarse, intentando asestar un golpe. Las crueles manos se limitaron a apretar con más fuerza, convirtiendo sus esfuerzos en inútiles, patéticos.

<<Siempre fuiste obstinado. A lo mejor esto te convencerá.>> Stefan contempló fijamente el rostro de su hermano, pálido como las ventanas de cristal esmerilado de la casa de huéspedes, y aquellos ojos negros e infinitos. Entonces sintió que unos dedos agarraban sus cabellos y echaban su cabeza hacia atrás violentamente, dejando la garganta al descubierto

Despertar, crónicas vampiricas 01 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora