Capítulo 3: Momentos de tensión

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Jackson:

Por fin llegamos al rellano del piso que Olivia compartía con Eliot, un tatuador muy conocido en nuestra zona por ser un gran artista, y al parecer su mejor amigo. Durante meses Olivia nos intentó explicar la razón por la que quería mudarse con Eliot, obviamente ni a Lucas, ni al señor Peterson, ni a mí, nos gustó que intentase mudarse con un chico que acababa de conocer en la universidad. Eliot estudiaba arte y tenía un puesto fijo en una tienda de tatuajes, al parecer esa era su vocación, y todo lo que tenía con Olivia era fraternal. Olivia lo describió en su momento como "su alma gemela", su "amigo alma gemela". Hasta que no vimos como interactuaban el uno con el otro, no comprendimos que su relación no incluía nada sexual, se tocaban como hermanos, incluso en algún momento escuchamos a Olivia referirse a él como su "hermano perdido". Ella nos dijo que tenían una unión que unos cavernícolas como nosotros no entendían, pero la aceptamos y la verdad es que Eliot era bastante majo.

Tenía a Olivia cogida por la cintura, y aunque tuviese varias capas de ropa puesta, su toque quemaba. Ol seguía balbuceando y apoyando todo su peso en mi cuerpo, suerte que fuese un peso ligero y que su altura no superase el metro setenta. Su cabello rojizo y rizado me recordaba al fuego, cálido y necesario, le caía por la espalda hasta la mitad de la espalda. La gire para tenerla frente a mí y la apoye en la pared, poniendo ambos de mis brazos a los lados de su cabeza. Mirándola así de cerca podía ver las pecas que con tanto entusiasmo se había querido tapar, siempre se quejaba de que la hacían parecer una niña, pero yo las encontraba muy sexis.

De pronto Olivia abrió sus ojos, y al tener mi cara tan cerca de la suya, pude ver todos los matices dorados en sus ojos verdes. Contuve la respiración porque jamás había visto tan de cerca los ojos de Olivia, siempre la observaba desde la distancia, demasiado cobarde para dar la cara pero siempre demasiado pillado como para dejar la adicción. Sin darme cuenta nos habíamos acercado hasta el punto en el que nuestras narices se estaban rozando, ambos jadeamos en busca de oxígeno, como si todo hubiera desaparecido. Podía oler el alcohol en ella, pero debajo de todo eso podía oler su natural aroma a coco y frutas, desde pequeña ella siempre había tenido el mismo dulce olor, un olor de tentación y prohibición.

Necesitaba concentrarme pero la chispa de lujuria que vi en sus no ayudaba, por lo que cerré los ojos y apoye mi frente en la suya.

-Olly, ¿dónde están tus llaves?- pude sentir su aliento cálido en mi mejilla. Aun con los ojos cerrados espere a una repuesta, pero todo lo que conseguí a cambio fue ambas de sus manos en mi cuello en un agarre mortal que no me dejaba ni alejarme ni acercarme. Sin embargo, note como en una de ellas guardaba sus llaves, por lo que alcance su codo, y acaricie con mi mano todo el camino hasta la suya. Cuando llegue hasta su mano, la cubrí con la mía y saque las llaves, aun dejando que me sujetase en esa posición. Tan a gusto como estaba ni muy cerca, ni muy lejos, puse mis manos en sus caderas y empujándome a mí mismo hasta que chocamos contra la pared. Pude oír de fondo ambos de nuestros jadeos, no obstante estaba muy ocupado concentrado en la sensación de sus curvas contra mi fuerte cuerpo. Olivia suspiró, y sentí más que vi como su pecho subía y bajaba, sabía que ella también tenía los ojos cerrados, estábamos sobrecogidos ante tanta tensión sexual.

El mundo se quedó tranquilo durante unos segundos hasta que:

-¡NO JODAS!-parecía que el universo estaba empeñado en que no consiguiese a la chica de mis sueños, porque justo en ese momento Olivia me empujo lo suficiente para que su vomito solo tocase mis zapatos. Me iba a cagar en alguien, pero no tenía a nadie en mente, y seguro que no culparía a Oliva.

Olivia empezó a balbucear lo que parecía una gran disculpa pero entonces se balanceó un poco y la tuve que sujetar para que su cara no conociese al suelo de forma intima. Intento con todas sus fuerzas volver a erguirse, y seguía con su balbuceo. Con un suspiro, paso mi brazo derecho debajo de sus axilas, apoyando mi mano en su cadera. A duras penas consigo abrir la puerta de su apartamento. Está todo a oscuras, por lo que deduzco que Eliot ha salido. La puerta de su apartamento da a una sala de estar muy amplia, y un pasillo que daba a las habitaciones a la derecha. Al entrar en la sala de estar se podía ver una tarima flotante que daba a una cocina pequeña pero completa. Cuando cruzamos la puerta tiro los zapatos de Olivia y su bolso cerca del sofá de la sala de estar, y cuando tengo las manos libres, paso mi brazo izquierdo por debajo de sus piernas; como si fuésemos marido y mujer, que irónico.

¿Quién da más?Where stories live. Discover now