Capítulo 6: Un instante perfecto

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Jackson:

Me siento en la mesa, ya después de ver el partido y de tomarme una ducha muuuy fría. No te vayas a pensar nada raro, la verdad que es no me dio tiempo a ducharme en mi casa y me he tenido que duchar aquí. Esa es la ÚNICA razón, nos entendemos ¿no?

Los Broncos han ganado 21-14, vale no es mucho, pero al menos hemos ganado. Todos estamos contentos con el resultado, y nos sentamos alegremente alrededor de la mesa. La mesa está en lado derecho del salón, es redonda y cabemos los siete. A la izquierda están los sofás colocados en forma de L, y la televisión.

Lucas y yo empezamos a hablar del partido, por el rabillo del ojo puedo ver a Ol y a James en la cocina cuchicheando, de repente ella se pone muy roja y levanta la mirada, que se cruza con la mía. Centro mi atención en ella y solo oigo la voz de Lucas de fondo hasta que ella después de un tiempo consigue quitar la mirada. No me doy cuenta de que he parado de respirar hasta que suelto todo el aire que he estado conteniendo.

-Jax, tío ¿estás bien?- oigo como me pregunta Lucas. Le miro y noto como frunce el ceño, parece preocupado.

Respiro hondo.

-Sí, claro. No te preocupes- Le sonrío y aunque veo que no se lo cree del todo, asiente y lo deja pasar.

Durante mucho tiempo pensé que Ol era imposible, que nunca podría tenerla. Pensaba que ella era demasiado buena para mí. Sé que mucha gente cree que es la típica frase para poner una excusa para corta o algo. Para mí ella es mi puto mundo y la frase es jodidamente literal. Ella es la mejor persona que conozco, se preocupa siempre primero por los demás antes que preocuparse por sí misma. Intenta hacer sonreír a todos, ella me hace sonreír, siempre lo hizo. Ella fue mi luz en la oscuridad que tenía en mi vida, me dio esperanza cuando pensaba que vivía en la desesperación, trajo colores a mi mundo gris.

Cuando digo que ella es demasiado buena para mí, lo digo porque ella me hizo creer que podía ser amado, que merecía ser amado. En ningún momento de mi vida encontré una razón para vivir, no había ilusión, hasta que ella me dijo que YO valía la pena, hasta que estuvo luchando para que yo siguiese adelante. Y lo entendí, me enseñó que los errores de mis padres no tenían por qué ser los míos, entendí que mi pasado no definía mi futuro.

Ella me amó hasta que aprendía a amarme por mi mismo. Puede que mucha gente no lo entienda, pero no me puedo arriesgar a perder mi luz, no puedo arriesgarme a perderla.

-Bueno, chicos. ¿Empezamos?- dijo el señor Peterson cuando se sentó en la mesa. Al parecer durante mi pequeño lapsus momentáneo todo el mundo se había sentado en sus sitios, e íbamos a empezar.

Todos gritamos un gran "SIUUU" y empezamos. Definitivamente este no era mi día, en algún momento entre el reparto de cartas y mi quinta derrota, que ya era raro, me decidí a tomarme un descanso. Me levante de la mesa, riendo y diciendo "lo siento chicos, esta no parece ser mi noche. Voy a tomarme un descanso". Puse todo mi empeño en que no se notase que mi risa era mentira, y que mi cabeza estaba en otro lugar.

Me dirigí hacia la cocina, que desde la mesa del salón no se podía ver, con la excusa de que necesitaba rehidratarme.

La verdad es que pensar en Olly y en mi infancia me ha vuelto a llevar a un lugar oscuro, supongo que podría hablar de que mi padre me pegaba, de que mi madre no fue lo suficiente fuerte hasta muy tarde, de que hubo un momento en que me rompí. Fue un día antes de conocer a Lucas, un día de mis tiempos oscuros.

Durante muchos años cuando mi padre me pegó, lo veía como algo normal, algo que era cotidiano, hasta que un día vi un ángel en el parque de la cuidad. Solía ir ahí cuando me sentía triste, pero ese día era distinto, ese día me sentía desesperado. Cuando estaba sentado en un troco a unos pocos metros de los columpios a punto de llorar, vi un borrón rojo, me gire y observe lo que pensé que era un ángel.

¿Quién da más?Where stories live. Discover now