Capitulo 32. Momento incómodo.

246 14 0
                                    

El autobús había llegado y comenzaron a bajar desde los primeros asientos, todo amontonados, hasta que bajamos nosotras, Peter bajo de los primeros, antes del caos.

Me dirigí a la cafetería con Jenny, ya que quería desayunar, le acompañe y yo me pedí una caja de jugo y Jenny un sándwich, yogurt, jugo en caja de naranja y una manzana.

—Buen desayuno. —Dije, ¿se comerá todo eso?

—Gracias. Eso que estoy a dieta.

Reímos ambas.

Mire al alrededor para ver si en algún lado estaba Peter, no estaba por la cafetería. Quizá se ha ido a la sala, o hasta quizá se fue a su casa por sus asuntos misteriosos. Algo que detesto es que la gente tenga tantos misterios y te deje con la intriga de saber. Eso lo odio, y pues ya estaba entusiasmada por saber que secretos esconde Peter.

—Oye, ¿sabes algo sobre las salidas de Peter? —Dije en voz baja mientras posaba mis codos sobre la mesa acercándome.

— ¿Qué salidas? —Dijo frunciendo el ceño.

—De repente se va de la escuela.

—Ah… pues no lo sé, según son tramites.

— ¿Qué tipo de trámites?

—No lo sé, esa es la excusa que utiliza con los profesores.

Asentí y miré fijamente la caja de jugo, probablemente más de lo que debía.

— ¿Qué te traes?

— ¿Por qué? —Dije levantando la mirada manteniendo el contacto visual por cero coma tres segundos, pero luego la desvié a un objeto detrás de ella.

— ¿Por qué preguntas tanto sobre Peter?

Sacudí mis hombros de arriba abajo. Como un «No sé»

—Esa no es una respuesta. —Dijo observándome nuevamente con ese ceño fruncido.

A ver qué respondes, Isabel.

 —Pues… —Pensé y antes de que abriera la boca me interrumpió;

—Te gusta.

—Que no.

—Asúmelo, está bueno, es imposible que no te guste.

— ¿Acaso te gusta a ti, Emma?

—No, no me gustan los hombres misteriosos.

—Vaya novedad. 

Note que sonrió de lado.

—Dime…

¡Le he dicho que no!, joder.

—Anda, dime. —Insistió.

—No. —Rasque mi nuca— No. —Repetí por alguna razón.

—Mientras más lo niegas menos te creo.

—Bueno… si, me gusta. —Rodé los ojos.

¿Feliz?

— ¡Lo aceptó! —Grito… y todos la miraron.

—Emma… —Dije entre dientes, me avergoncé y mucho, mis manos ya sudaban y mi cabeza comenzaba a latir, eso solo me pasaba cuando estaba en algún momento incómodo.

—Lo siento. —Hizo una mueca y se sentó, estaba ruborizada, por lo menos no fui la única incomoda aquí.

—Aparte, lo dije para que te dejaras de molestar.

—No te creo. —Sonrió orgullosamente mientras que yo me encontraba con el ceño fruncido y con los ojos entrecerrados.

Miré la hora en mi celular y tres minutos tocaba el timbre.

—Vamos a la sala.

— ¿Qué toca? —Preguntó.

—Bio. —Apodé.

— ¡La tarea!, ¡Cuadernos ahora! —Dijo mientras rápidamente sacaba sus lápices y cuadernos y yo hacía lo mismo, encontré el de Biología y se lo entregué.

Mientras ella anotaba terminaba mi caja de jugo.

¿Qué hora es? Preguntaba todo el tiempo mientras rápidamente escribía, en eso noto a Peter entrar a la cafetería.

Note que cogió una manzana y observó a su alrededor. Se comenzó a acercar hasta esta mesa, Dios mío, Emma me molestará luego.

—Hola. —Dijo y Emma soltó su lápiz y elevo la mirada, pue le gusta a ella, hubiese dicho pero tenía el ceño fruncido. ¿Por qué?

—Hola. —Dije firmemente y el esbozo una sonrisa. 

Mi nueva vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora