Esgrima y Fútbol

Futuro

Nota de inicio: Este capitulo fue escrito con cariño para @Kikirishpa, porque sin importar que tan duro sea el presente, siempre podemos hacer del futuro, algo mejor. 

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Desde la ventana de su habitación, podía escuchar la voz del mar.

La mansión estaba ubicada en la costa, la zona residencial era exclusiva de ricos y famosos. Clark Kent nunca había imaginado que terminaría viviendo ahí, en una lujosa casa de dos pisos, con jardín, piscina, cancha versátil para diferentes juegos y una salida trasera que desembocaba directo a la playa.

— Amo esta casa, en serio me encanta —Hal Jordan, dio unos golpecitos en el cristal templado de la puerta corrediza del jardín, por la que había estado echando un vistazo.

Eran las once de la mañana y ya se podía sentir el calor del exterior.

El piso de la estancia estaba lleno de globos de colores, Clark los tomaba de uno en uno y los ataba con una cinta para formar hileras que luego colgaría de unos soportes.

— Sé que siempre has sido un tanto infantil, pero, ¿no te parece que esto es excesivo? —Hal señaló la mesa de dulces que unos empleados estaban montando en el exterior. Desde su lugar podía ver todo tipo de golosinas temáticas, la más llamativa era una cancha de bombones escarchados de betún verde, con jugadores de caramelo y zonas de gol delimitadas por palitos de galleta y chocolate.

— Bruce tiene un hijo pequeño —Clark respondió mientras amarraba el último globo.

—Lo sé, pero no esperas que el niño se coma tres pasteles ¿verdad?

— ¿Quizá traiga a sus amigos? —Barry llegó desde la cocina, llevaba una cerveza fría en la mano, se la entregó a Hal y le robó a su boca un beso fugaz.

— Siendo hijo de Bruce Wayne, la verdad me sorprendería mucho que ese niño tenga amigos— Le dio un trago a la botella— Cuando veo al tipo en los noticieros, me hace pensar que es un sujeto muy tétrico. Me da una sensación extraña ¿saben? Un día va a enloquecer y usará toda su fortuna para hacerse un traje de murciélago súper sofisticado, y saldrá por las noches a impartir justicia en las horribles calles de su horrible ciudad natal.

Clark y Barry intercambiaron una mirada, luego miraron a Hal y rompieron a reír.

— ¿Cuántas cervezas le has dado, Barry?

— Esta es la tercera —El rubio negó mientras aún tenía residuos de la risa en sus labios. Pasó sus brazos alrededor de la cintura de Hal Jordan y se acurrucó contra su pecho respirando de forma profunda y complacida— Eres un idiota, pero te amo.

Para Clark, mirar a Hal y Barry siempre era gratificante, eran el tipo de pareja que uno desea que permanezcan juntos para toda la vida. La historia de su romance era la cosa más triste y dulce que hubiera escuchado alguna vez. Barry Allen era el mejor corredor de su escuela, los meteoros le habían ofrecido un puesto en la ofensiva del equipo en cuanto terminara la universidad, aquello supuso una maravillosa noticia para el rubio que cargaba un pasado turbulento lleno de dificultades económicas, su padre estaba en prisión después de haber sido encontrado culpable del asesinato de su madre, además, el destino siguió empeñado en destruir su carácter noble y en borrar la sonrisa de su boca y un día, logró poner a Barry de rodillas, de forma literal. Un accidente le fracturó la pierna izquierda, tuvo que someterse a una dolorosa cirugía y los meteoros retiraron de inmediato su ofrecimiento de trabajo.