Capítulo 2

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Atravesamos la gran puerta metálica rodeada por altos muros que separan el bosque del internado. La zona está repleta de coches y padres que despiden a sus hijos, algunos de los más pequeños lloran porque no quieren que los dejen ahí solos y entiendo perfectamente lo que sienten, ahora mismo solo quiero hacerme una bola y llorar hasta que mis padres vengan a por mi, pero sé que eso no va a pasar nunca, estoy completamente solo. Tristán aparca el coche y apaga el motor.

-Bueno ¿Estás listo? -Dice mientras se gira en su asiento para mirarme.

-¿Acaso tengo elección a no estarlo? -Tristán agacha la cabeza y resopla.

-Sé que es duro Cedric, pero es lo mejor para ti.

-¿Lo mejor para mí? No creo que lo mejor sea gastar la herencia de mi padre en este maldito internado.

-El Estado cree que es la mejor opción y tu madre dio el visto bueno.

-Mi madre está loca.

-Cedric, que estés resentido con el mundo no te da derecho a hablar así de ella.

-¿Quién eres tú para decirme lo que puedo o no decir? ¿Mi padre? Oh, es verdad, se me olvidaba que está muerto. -Salgo del coche y doy un portazo que hace temblar la ventanilla, necesito tomar el aire.

Camino con los ojos clavados en el suelo, frotándomelos para quitar las lágrimas que se han acumulado, aún no puedo hablar de mis padres sin que afecte. Sigo caminando hasta que me doy de bruces con un tipo.

-¡Chico, ten cuidado!

-Lo siento, no le he visto. -Miro fijamente al hombre, que es rechoncho y bajito.

-Perdónele José Luis. -Tristán viene detrás mío cargado con mi maleta. -Parece que hoy no está de muy buen humor.

-Oh, no pasa nada Tristán, ya sabes cómo son los jóvenes a su edad. Tú debes de ser Cedric ¿verdad? Tengo constancia de que llegabas hoy.

-Si, soy yo.

-Pues encantado, soy José Luis, el director del internado, si necesitas algo o tienes alguna pregunta sobre lo que sea no dudes en preguntar, y ahora si me disculpáis, tengo que ir a la sala de actos para ver que todo está en orden para el discurso de bienvenida, te veo allí. -El hombrecillo nos despide y se marcha con paso ligero.

-Es un buen hombre, ya lo verás. -Dice Tristán mientras lo vemos alejarse. -Bueno Cedric, tengo que irme ya, coge tu maleta y pregunta en recepción cuál es tu habitación. Intenta portarte bien anda, verás como esto no está tan mal después de todo.

-Ya, lo que tú digas. -Tristán mira la hora en su reloj de bolsillo.

-Bueno, ya te acostumbrarás, ahora te tengo que dejar, se supone que ya te tendría que haber dejado hace rato. Adiós Cedric, y buena suerte.

-Adiós. -Tristán me da la maleta y vuelva a su coche.

Camino hacia la entrada del internado y me fijo en su fachada de piedra por primera vez, es un edificio enorme, parece bastante antiguo pero está mantenido en perfectas condiciones. Está dividido por cuatro pisos que están repletos de ventanas. Desde el suelo crecen enredaderas que cubren hasta la mitad de la pared, haciendo que parezca un elemento más del bosque y arriba de la gran puerta principal, está el escudo del internado, adornando la estampa. En el aparcamiento aún quedan algunos padres rezagados despidiéndose de sus hijos, prometiéndoles lo bien que se lo van a pasar en vacaciones cuando vuelvan a por ellos, pero parece que no les da ningún reparo dejarlos encerrados aquí el resto del año. Justo cuando voy a abrir la puerta puerta principal, un hombre lo hace por mí y la sujeta. Tiene el cabello canoso y los ojos azules como zafiros.

-Gracias. -Digo mientras sujeto mejor la maleta.

-No hay de que chaval, he visto que ibas bastante cargado. -Señala mi maleta, que es casi de mi tamaño. -Y ahora ve a dejarla a tu habitación y baja al salón de actos, la charla está a punto de empezar.

Voy directo a secretaria donde el resto de estudiantes está esperando para ver que habitaciones les han asignado. Mientas estoy en la cola, le echo un vistazo al interior del internado. Por dentro se ve incluso más lujoso e imponente que desde fuera, una gran lámpara de araña corona el techo, iluminando al completo todo el recibidor, dos grandes escaleras dan acceso a los pisos superiores, todo hecho con lo que parece madera de excelente calidad, decorado con detalles increíbles. Desde mi punto en la cola puedo ver la biblioteca, repleta de estanterías con todos los libros que puedas imaginar y el comedor, lleno de sillas y mesas, con la parte de los profesores separada de la de los alumnos. Admiro durante unos minutos más las instalaciones hasta que es mi turno.

-Buenas, soy Cedric Gómez.

-¿Edad?

-Dieciséis años. -La mujer busca un momento en una lista con infinidad de nombres.

-Cedric Gómez, último piso, habitación siete.

-Muchas gracias.

Abandono mi puesto de la fila y me dirijo hacia las escaleras. Por el camino hasta el último piso, recorro pasillos que parecen hormigueros repletos de alumnos buscando su habitación, hablando entre ellos o rememorando las vacaciones y por otro lado están lo que supongo que serán los maestros poniendo orden y mandando a todo el mundo al salón de actos. Por fin llego a mi habitación y al entrar veo que hay tres camas con sus respectivas mesitas de noche, tres armarios, un gran escritorio y una enorme ventana que da a la entrada del internado. Las maletas de mis compañeros de cuarto están sobre sus camas pero ellos no están, así que hago lo mismo con la mía y cojo el uniforme que hay sobre mi mesita, en las de mis compañeros no hay nada así que supongo que tendré que ponérmelo. Me cambio rápidamente de ropa, dejo la que me he quitado en el armario y voy al pasillo. Como aún no sé dónde está la sala de actos, sigo al mar de alumnos que se dirigen hacia la misma dirección. Bajamos al primer piso y a la derecha de la biblioteca, al final del pasillo, está el salón de actos. La sala está repleta de butacas, muy bien iluminada y coronada por un gran escenario. Veo un asiento libre al final del todo y voy a sentarme, los maestros están apoyados es la pared vigilando a los alumnos, que hablan entre ellos y veo al que antes me a aguantado la puerta, que parece enfrascado en una interesante conversación con otro profesor, hasta que José Luis sube al escenario y pide silencio con las manos.

-Bienvenidos, chicos y chicas, a un nuevo año en el internado Reinheit. Puede que sea vuestro primer año o que llevéis aquí casi toda la vida, pero a todos os digo lo mismo, se os abre un nuevo mundo de posibilidades, de descubrir nuevos conocimientos y ampliar vuestro mundo interior a niveles que no podéis ni imaginar. Desconocidos van a pasar a ser vuestros fieles amigos y forjaréis lazos de los que os acordareis toda vuestra vida, si aprovecháis el tiempo y las grandes oportunidades que os brindamos, tened por seguro que vuestro futuro está asegurado. Grandes eminencias han salido de aquí, pero antes de eso eran como vosotros, estudiantes ansiosos por obtener nuevos conocimientos, que con esfuerzo y dedicación consiguieron todo lo que se propusieron, divertíos, haced amigos, cread recuerdos imborrables de los que probablemente sean los mejores años de vuestra vida, pero sobre todo estudiad, y ya sabéis, en el internado Reinheit todo es posible.

Internado ReinheitWhere stories live. Discover now