Capítulo 3

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La sala retumba por los ruidosos aplausos de alumnos y profesores tras el discurso de José Luis pero este vuelve a pedir silencio.

-Bueno, y ahora tenéis tiempo libre hasta las dos, que es la hora de comer. Luego subiréis a vuestras habitaciones a por los horarios de las clases que os hemos dejado. La cena es a las nueve y a las once todos a la cama, ya podéis iros.

La gente se levanta enseguida y se agolpa en la puerta para salir pero como yo no tengo ninguna prisa, espero a que la aglomeración se despeje. Una vez fuera como aún no conozco a nadie ni se lo que hacer, voy a la biblioteca para hacer tiempo hasta la hora de comer. Dentro no hay nadie, todos están en el patio con sus grupos de amigos y no puedo evitar sentirme solo. Ojalá estuvieran aquí mis amigos de toda la vida, a los que he dejado atrás al venir aquí. Voy a la primera estantería que veo y cojo un libro sobre cultura clásica que me entretiene hasta la hora de comer. Cuando el reloj marca las dos, dejo el libro en la estantería y me dirijo hacia el comedor y una vez dentro, veo que hay que hacer una larga cola hasta llegar a las cocineras que sirven las bandejas de comida. Después de un rato por fin es mi turno.

-Buenas, que quieres ¿puré y carne o sopa con pescado?

-Puré y carne, gracias.

-Muy bien. -La cocinera me pasa la bandeja con la comida. -Ah, se me olvidaba el postre, toma las natillas.

-Ah gracias, hasta luego.

Salgo de la cola y busco una mesa para sentarme. Están todas ocupadas así que voy hacia una en la que solo hay sentados dos chicos que parecen de mi edad.

-Hola, ¿puedo sentarme?

-No gracias, no queremos que un bicho raro se siente con nosotros. -Contesta uno de los chicos mientras lo miro sorprendido.

-¡Mario! No seas idiota anda... -Reprocha el otro chico con gafas mientras mueve su silla para que pueda sentarme. -Claro, siéntate a mi lado si quieres.

-Vaya, veo que ahora haces obras de caridad por los raritos.

-Cállate ya, Mario.

-Como quieras mamá.

-Perdona a mi amigo, puede parecer un poco imbécil pero es buen tío. -Me dice mientras clava su tenedor en la carne y su amigo le da un golpe en el hombro.

-Bueno rarito, yo soy Mario y él es Lucas ¿Cómo te llamas tú?

-Cedric.

-Encantado Cedric. -Lucas me da la Mano y yo se la estrecho.

-Creo que nos lo vamos a pasar muy bien juntos. -Dice Mario mientras se ríe y me tira su servilleta. Tengo que aguantar las ganas de levantarme y darle un puñetazo. -¿Te ha comido la lengua el gato o qué? Yo creo que este tío es mudo, Lucas.

-Déjalo ya, pesado. -Mario suelta una risita y sigue comiendo. -Bueno y ¿eres nuevo? Nunca te habíamos visto por aquí.

-Si, es mi primer año en el internado. -No voy a decirles los motivos de mi estancia.

-¿Tus papis ya no aguantaban más verte la cara o qué? -En cuanto acaba la frase me levanto de la silla y me acerco a él.

-¿Quieres qué te rompa la cara? -Mario también se levanta y me agarra de la camisa.

-Inténtalo antes de que yo te parta las piernas.- Lucas se levanta enseguida y nos separa.

-¿Queréis que nos expulsen el primer día o que?- Mario me suelta y vuelve a sentarse con una sonrisa.

-Vaya, no pensaba que tuvieras agallas para enfrentarte a mi, pero como lo vuelvas a hacer estás muerto.

Lo miro con asco y me levanto de la mesa, no aguanto estar más tiempo con ese imbécil y paso de comerme la bazofia que han puesto. Voy al patio a tomar el aire y me siento en el banco que hay al lado de un gran árbol, no llevo aquí ni un día y ya estoy harto, solo quiero irme a mi casa y no volver a poner un pie aquí. Estoy un rato sentado hasta que caigo que tenemos que subir a nuestras habitaciones así que me levanto y voy para allá. Atravieso los pasillos que me conducen hasta la habitación y una vez dentro veo los tres horarios encima de mi escritorio. Cojo el mío y veo las asignaturas que me quedan para el resto del día, las clases acaban a las 18:00. Como aún queda una hora para la primera clase, decido acostarme un rato así que cojo mi maleta de la cama y la pongo en el suelo, tengo que sacar las cosas de dentro pero ahora estoy muy agotado para hacerlo ahora. Programo la alarma del reloj y me cubro con las mantas, estoy bastante cansado así que no tardo nada en dormirme.

Me despierto por el ruido pero no viene de mi despertador, son pisadas que se alejan corriendo mezclado con risas así que abro los ojos para ver que alguien ha cogido mi maleta y ha esparcido todas mis cosas por la habitación. Resoplo mientas empiezo a recoger mi ropa para meterla en el armario pero veo que hay un anota colgada en la puerta de este, la cojo y la leo: bienvenido al internado, rarito.
Rompo el papel y lo tiro con fuerza al suelo, está claro que ha sido Mario y como me lo vuelva a cruzar se va a enterar. Cojo mis libros y me voy para la clase que me toca ahora. Al entrar veo a Mario riéndose con Lucas mienta me mira y justo cuando voy a decirle algo, entra el profesor por la puerta.

-Venga, todos a vuestros sitios y sacad los libros. -Me siento en la primera silla que veo libre. -Bueno, soy el profesor Ramírez y os voy a dar literatura este año. Como sé que es el primer día y no tenéis ganas de hacer nada, os voy a pasar una hoja con la planificación del curso y si nadie tiene ninguna duda, podéis tomaros la hora libre. Gómez, Gutiérrez, repartan esto. -Los dos chicos se levantan y reparten las hojas, le echo un vistazo rápido y la guardo en mi carpeta.

-Eh tú, el rarito. -Me giro y veo a Mario con Lucas en las sillas de atrás.

-Como te coja luego te vas a enterar.

-Ui que miedo me das, que pasa ¿No te ha gustado la decoración que te he hecho en la habitación?

-Mira, no sé que te pasa conmigo pero déjame en paz de una vez.

-¿Así tratas a los que quieren hacerse tus amigos? -Mario se lleva lleva la mano al pecho haciéndose el ofendido y suelta una carcajada antes de ponerse a hablar con Lucas. Me vuelvo a girar y miro el reloj de mi muñeca, esperando que está hora y las que quedan se pasen rápidas.

*****

Por fin suena el timbre que indica el final de la última clase del día. Como era el primer día, ningún profesor ha dado clase, pero se me han pasado igual de lentas. Subo a mi habitación a dejar las cosas de clase, cojo un lápiz y un papel y me pongo a dibujar para hacer tiempo hasta la hora de cenar. Mis compañeros de habitación aún no han aparecido y la verdad es que tengo curiosidad por saber quiénes son. Cuando vuelvo a mirar el reloj, ya es la hora de cenar así que guardo mi dibujo y bajo al comedor. Una vez dentro, cojo la bandeja con la cena y me siento en una mesa donde están algunos de mis compañeros de clase. Charlamos durante la cena sobre asuntos triviales pero la verdad es que son bastante majos, sobre todo una chica que se llama Lorena. Una ves que he acabado de cenar me despido de ellos y subo otra vez hacia mi habitación. Cuando abro la puerta de esta, lo primero que veo es a Mario y Lucas sentados en la cama y riéndose.

-¿Qué hacéis aquí?

-Tranquilo Cedric, esta es nuestra habitación también. -Me explica Lucas.

-¿Enserio?

-Alégrate, ahora vas a poder hacer fiestas de pijamas con nosotros todas las noches. -Dice Mario mientas me tira una almohada.

-Déjame en paz, quiero dormir. -Contesto mientras aparto la almohada y busco mi pijama para ponérmelo.

-¿Quieres que te traiga un vasito de leche y te cuente un cuento para dormir?

-Venga Mario, déjalo ya que él no te ha hecho nada. -Mario resopla y me mira.

-Tienes suerte de que le caigas bien a Lucas.

-Buenas noches Lucas, que te den Mario. -Digo mientas me meto en la cama.

-Que bien nos lo vamos a pasar aquí los tres juntitos. -Mario se ríe y apaga la luz. Definitivamente este año se me va a hacer muy lago.

Internado ReinheitDonde viven las historias. Descúbrelo ahora