Día 5

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Viernes, 10 de octubre

Debo agradecer que hoy me siento un poco más relajada ayer. Aunque todavía tengo un extraño sin sabor que no me deja tranquila, sé que se irá una vez logre hablar con mi esposo y aclarar, finalmente, lo que está sucediendo entre nosotros para poder mejorar nuestra relación. Estoy segura de que todo mejorará una vez hayamos hablado de todo lo que se interpone inútilmente entre nosotros. Creo que he sido muy pasiva y he dejado pasar demasiado tiempo antes de tomar esta decisión. Ambos pusimos de excusa su trabajo, pero creo que ya ha sido suficiente.

Le pido a los niños que se alisten lo más rápido posible, necesito llegar al trabajo temprano para organizar la sala de juntas. Ellos entienden y los abrazo agradeciéndoles la comprensión, a pesar de ver refunfuñar a mi princesa Amy.

Cuando estamos saliendo, ellos con algo de comida para el camino, llega mi esposo. Nos despedimos rápidamente y levanto la mano a modo de despedida, y salimos casi corriendo. Odio estar así con él, pero no estoy de ánimos para enfrentar su frialdad y su indiferencia.

Llego a mi trabajo con veinte minutos de antelación. Inmediatamente, tomo los informes y pido a la cafetería que me envíen los vasos, pocillos, jarras de agua y café. A la hora en punto, la puerta se abre y mi jefe entra como un torbellino sin siquiera saludar. Enarca una ceja y observa todo con detenimiento. Los siete lugares están perfectamente organizados, a mi parecer.

—¿Todo bien por aquí? —pregunta y ladea la cabeza esperando mi respuesta.

—A menos que ordene otra cosa.

Sonríe, creo yo, complacido. Sale sin más y vuelvo a mi puesto de trabajo sintiéndome feliz por haber hecho un buen trabajo. No más de cinco minutos después, me anuncian la llegada de los enviados de The Town & Country Club. Tomo mi libreta y me quedo junto a la puerta del ascensor a esperar a que lleguen. Mirta sonríe y veo a su jefa, la señorita Heidy Campbell, salir de la oficina. No he tratado mucho con ella, pero es una hermosa mujer de veintinueve años, rubia de ojos azules y cuerpo escultural, de descendencia alemana... Es perfecta.

Por las pocas veces que la he visto durante este año que lleva de directora creativa, puedo decir que es una mujer muy alegre y extrovertida. Una Paula número dos. La puerta se abre y aparto mi mirada de la señorita Campbell, quien me guiña un ojo al darse cuenta de que la observaba. Guao. No me gustan las mujeres en ese sentido, pero ella es muy sexy y hermosa.

Un par de hombres y una imponente mujer de cabello negro y algo joven, entran al piso y me veo obligada a sonreír a pesar de sus rostros compungidos con desagrado.

—Buenos días, señorita Wilson.

Se supone que es ella quien manda.

Me mira de pies a cabeza haciéndome sentir incómoda, insegura e insignificante. Mi rostro arde, pero me contengo y controlo mi molestia apretando mis puños con algo de fuerza. Odio que estas cosas sucedan. Esto no era así cuando trabajaba para el señor Anderson. Allí no tenía que exhibirme, solamente cumplir con mi trabajo.

Insoportable niñita de papi.

—Venimos a reunirnos con Adam y Alex —dice mientras camina hacia la puerta de cristal, casi empujándome.

Si creí que hoy mi día podría mejorar en algo, no podía estar más equivocada en ello.

—Acompáñeme, por favor.

Me adelanto hacia la sala de juntas y la abro permitiéndoles el paso a los tres. Escucho que murmura algo con respecto a mi atuendo, pero la ignoro. Tomo aire y me giro chocando contra un pecho que huele delicioso. Levanto la mirada y mi rostro se enciende por mi torpeza.

Aventura De Una Ama De Casa Desesperada #3Where stories live. Discover now