Capítulo 8.

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EROS.

Estaba increíble.

Demonios. Sí que lo estaba.

Aprieto el volante hasta que los nudillos se me ponen blancos con tal de resistirme para no girarme y observarla otra vez. ¿Quién coño pensaría que unos simples pantalones de cuero negro podían quedarle tan bien a alguien? La verdad es que no sé que lleva puesto por arriba, pero si algo es seguro, es que lleva mucho escote. Y vaya taconazos joder, cualquiera diría que hace dos días de torció un tobillo. No sé que diría Bruce si la viera así.

-¿Por que sonríes? -pregunta estirando los pies y apoyándolos en la guantera. Se ha maquillado.

-Porque me gusta ver cómo te resistes hacia mí, Russell.

-No se para que pregunto.- murmura girándose hacia la ventanilla, y aún que crea que no me he dado cuenta, sé que lo hace con cierto rubor en las mejillas.

Llegamos a la casa y aparco en la cera de enfrente, entre toda una fila de coches. La música se escucha desde aquí fuera y aún que hace calor, cae algo de rocío y el aire es frío. Ambos bajamos del coche y caminamos hacia la entrada. Me siento como una persona normal y corriente, rodeado de gente borracha, vasos rojos por el suelo y en una casa a rebosar con la música a todo volumen. Si no tuviera que estar vigilando el culo de Reese todo el puto rato, podría decir que ahora mismo estaría saboreando la libertad. Y hablando de culos, dios mío... Sigo sin saber de dónde ha sacado esos pantalones.

Sus tacones suenan contra la piedra del suelo y su pelo ondea de lado a lado con cada paso. Juro que no puedo despegar la vista de ella por mucho que quiera.

La puerta está abierta, nada más entrar nos reciben las amigas de Reese muy amistosamente, debería decir que demasiado. Se nota de sobra que van algo borrachas.

-Gracias por venir a mi fiesta, chicos.-dice la anfitriona agarrándome del brazo y arrastrando las letras. Supongo que será Ariadna. Me alejo un poco de ella, pero solo consigo que se pegue más a mi. Es pelirroja, con el pelo largo y sedoso y por qué no decirlo, tiene un cuerpo de muerte. Pero hay algo que no encaja con ella.

-Has venido. -me dice Lily. Tiene las mejillas coloradas y brillo en los ojos.

Voy a contestar cuando una voz nos interrumpe y hace que todas las chicas, y esta vez Reese incluida, se giren.

-¿Eros?

Es morena, de pelo largo y ojos felinos. Su sonrisa se curva hacia el lado izquierdo, dandole ese toque característico.

-Peyton. -murmuro. Ella ríe y pasa sus brazos por encima de mi cuello, abrazándome. Yo también río y le rodeo la cintura estrechándola contra mi y levantándola del suelo. No me puedo creer que esté aquí.

-¿Te has escapado? -dice sin dejar de sonreír cuando la dejo en el suelo. Suelto una carcajada sonora al recordar los viejos tiempos y por un momento olvido que Reese y sus amigas aún no se han ido.

-Nos vamos. -pronuncia una vocecilla llena de rabia a mis espaldas. Reese.

La cojo del brazo y la detengo.

-Llámame si necesitas algo. -pronuncio mirándola a los ojos. Ella se suelta de manera brusca y gira su pelo en el aire antes de darse la vuelta y comenzar a caminar en sentido contrario a mí, seguida de sus amiguitas, mientras todo el mundo la mira de arriba a abajo. Es increíble lo imponente que puede resultar a veces.

Mala influencia®  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora