1 - LUZ Y OSCURIDAD

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Una fuerte ráfaga de viento caliente golpea mi rostro desordenando todo mi cabello, el clima de las Naciones Latinas Unidas ha estado mucho más caluroso que lo normal este último mes. Según lo que he leído en los libros de historia de la escuela, antes del golpe del meteorito en el planeta durante este mes solía hacer frío, existía una estación llamada invierno. En esa extraña estación caía agua a montones desde las nubes, incluso cuando la temperatura llegaba a los niveles más bajos caía agua congelada de color blanco desde el cielo, en las imágenes del libro mostraban gente de todas las edades con demasiada ropa jugando con esa "nieve". Me encantaría tener la oportunidad de viajar en el tiempo unos cien años solo para conocer el invierno, incluso me conformo con menos, me basta con sentir que es el frío.

La capa de ozono sufrió tanto con la catástrofe que disminuyó en gran medida su protección contra los rayos solares, esa es la razón de tanto calor. Me peino con las manos frente a una de las ventanas de mi casa, la línea de mi cabello debe quedar en el lado derecho de la cabeza, exactamente sobre mi ojo. Cuando ya estoy perfectamente ordenada recojo mi bolso y me dirijo a la puerta de la casa, enseguida mi dedo presiona el timbre reiteradas veces hasta que logro oír pasos acercándose, no hago esto por diversión, sino porque mis padres están siempre tan pendientes de sus tareas que se olvidan de que existe un mundo exterior. Pronto se abre la puerta, frente a mi aparece un hombre regordete de cabello castaño más oscuro que el mío y este está lleno de canas, al verme extiende ampliamente sus brazos para atraparme en ellos con un gran abrazo, su bigote rosa con mi mejilla por lo que no puedo evitar soltar unas risas infantiles, es Altair Ozograll mi padre.

-Ya papá, mucho abrazo por hoy. -le digo intentando zafarme de sus brazos.

-Nunca es demasiado abrazo princesa mía, ya sabes que la vida es algo efímero, así que cada segundo que pueda estar contigo lo disfrutaré. -contesta Altair, siempre es muy poético al hablar.

Con un movimiento raudo me escurro por debajo de mi padre, liberándome exitosamente de la prisión de sus brazos. La casa está completamente desordenada y sucia, un polvo blanco cubre los muebles, las paredes blancas están manchadas de un líquido esposo amarillento y las sillas del comedor están todas botadas por el suelo, esto luce como si un huracán hubiera entrado a la casa, el huracán Vega. Me acerco al sector de la cocina, aquí es donde encuentro a la culpable de todo este caos, Vega Issophit. Mi madre trabaja como pastelera sin horario fijo, así que me he acostumbrado a estas situaciones, es innegable que cocina los pasteles más deliciosos que puedan imaginar, aunque también hay que destacar que lo que tiene de buena pastelera lo tiene de desordenada y como la sala de estar, comedor y cocina no están separadas todo queda hecho un desastre. Sus negros cabellos están amarrados en una enorme cola de caballo, me acerco lentamente por la espalda, mi madre menea su gran trasero al mismo tiempo que cubre una tarta de chocolate con unas deliciosas frutillas, mi mano lentamente se acerca a la fuente con el delicioso fruto rojo hasta que un golpe me detiene.

-¿Qué te he dicho sobre sacar mis ingredientes Arianza Marinette? -dice mi madre con tono de reproche.

-¿Que coma todo lo que quiera porque soy la princesa de esta casa?

-Pero antes de hacer el robo debes saludar a tu madre con mucho cariño. -mi madre se voltea, comienza a abrazarme y besuquearme las mejillas. Demasiado cariño por hoy para mí.

-¡Ya mamá! -le grito a mi madre de la cual me logro escapar, tomo todas las frutillas y me escapo por las escaleras hasta llegar a mi habitación. Ella me grita algo, pero ni siquiera logro entenderle.

Doy un gran respiro, el aroma a lavanda llena por completo mis fosas nasales, tengo una enorme obsesión con las cosas de color lila o morado, la mayoría de mis cosas suelen tener ese color, las paredes de mi habitación, mi bolsa, mi cama e incluso mis ojos. Es un fenómeno realmente extraño, por lo que me he informado no hay más de cinco personas con mi color de ojos en el mundo, eso me hace sentir bastante especial y bendecida, no cualquiera puede tener los ojos de su color favorito. Lanzo mi bolso a un lado de la cama y luego salto hasta esta, me quito los zapatos y con una puntería perfecta estos quedan en su sitio, es una técnica que tardo bastante tiempo en perfeccionarse. Enciendo mi reloj inteligente, de este se proyecta una pantalla, busco el reproductor de música, este comienza a reproducir a Lana del Rey, ésta mujer fue una de las mejores artistas de los primeros años del 2000, por desgracia todos los músicos que admiro son de esos años, así que hay cero posibilidad de que les llegue a conocer, bienvenidos a desgracias de una adolescente del año 2217.

CRISTALESWhere stories live. Discover now