Capítulo 1.

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Otra cosa que aprovecho de avisarles es el orden en que iré escribiendo historias. Ya que no tengo mucho tiempo, decidí  terminar primero todas las historias de la familia Allen, lo que me llevará más o menos el 2018 entero y puede que parte del 2019. Luego escribiré la de Amber. Sí ya se, los haré esperar una eternidad, pero que me queda. Estudio arquitectura, espero que sirva de justificación. Y luego me centraré en mi saga actual. Como verán, contando solo con las vacaciones, ya tengo planes hasta el 2021 más o menos y eso solo con las sagas pendientes. Si me pongo a escribir las no inventadas...me ocupo toda una vida, jajaja. Bueno ya no me extiendo porque seguro muchos dejaron esta nota  a la mitad. Disfruten del cap.

Un mes después.

—Maldita sea ¿Por qué nada me sale bien?

Arleth observó como uno de sus pocos sobreros se alejaba con la fuerza del viento y soltó una serie de juramentos en voz alta. Si alguna de las personas que la entrevistó para el puesto de institutriz la escuchara, tendría un motivo verdaderamente válido para negarse a que les diera clase a las jóvenes de la casa. Sin duda, una mujer grosera era menos capacitada para el puesto que una mujer demasiado joven, que era la excusa dicha en todos lados para negarle el trabajo.

Llevaba aproximadamente un mes en Londres y hasta ahora no había conseguido más que rechazos. La excelente carta de recomendación del duque de Newgay no parecía ser suficiente para tapar el hecho de que tenía la apariencia de una joven de veinte años en lugar de una de veinticinco, como había hecho creer a todos que tenía para aumentar sus posibilidades. En todos lados afirmaban que era demasiado joven para saber como educar a una dama y era literalmente corrida del lugar, ni siquiera un "vamos a considerarlo" se molestaban en darle. Con el rechazo de hoy, sumaba quince entrevistas fracasadas y unos varios peniques menos en su bolsillo sin posibilidad de recuperación.

Las veinte libras que la duquesa le había proporcionado empezaban a agotarse. Entre el alquiler del pequeño cuarto que consiguió, los periódicos viejos que compraba para buscar empleo, el pago del transporte cuando la residencia quedaba muy lejos, y la comida, apenas le quedaba para sobrevivir unos cuantos días más, a lo mucho unas semanas. Tenía que conseguir un trabajo rápido, pero la suerte parecía no estar de su lado. Tal vez el ser divino quería castigarla por haber escapado de su casa rehuyendo así su deber como mujer, que era obedecer y casarse. No obstante, y a pesar de que ir en contra de las reglas del cielo era un pecado mortal, Arleth no se pensaba dar por vencida. Quizás debería dejar de buscar en zonas acaudaladas como Mayfair o St James Street, y comenzar por aquellas de clase media pero respetable que también debía solicitar institutrices para sus hijas. Su mismo vecindario debía de servirle. Así se ahorraría una caminata desde esas zonas, hasta Harriet Street, que era donde tenía la habitación alquilada.

Un relámpago rompió el silencio de la noche y Arleth se dijo que era momento de acelerar el paso. No debió de haberse quedado hasta tan tarde, pero pensó que quizás podía ser buena idea recorrer las calles de Mayfair, los mercados cercanos, o algún otro lugar donde pudiera encontrarse con alguna doncella o lacayo que le informara si sus patrones buscaban alguna institutriz. No había tenido suerte, por supuesto, y ahora el sol ya había despuntado, la gente regresaba a su hogar, y ella era la única que caminaba por Hyde Park de camino a la casa. Había pensado que quizás todavía hubiera gente que paseara por el afamado parque, pero no. Estaba completamente sola, con riesgo de ser asaltada, y su sombrero favorito se lo había llevado el viento cuando en un descuido, lo desató para aflojar los lazos. Lo que faltaba era que en verdad lloviera.

Como alguien arriba estuviera deseoso de cumplir sus deseos, unas gotas de lluvia empezaron a caer y a mojar determinadas partes de su cuerpo. Aún le faltaban unos diez minutos para llegar a su destino, así que si la lluvia aumentaba, era posible que su búsqueda de empleo se retrasara unas semanas más mientras se curaba de la pulmonía que agarraría por ese clima.

Un problema encantador (Familia Allen #2)Where stories live. Discover now