SECUELAS

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Me quedé paralizado.
- Y bien? - se pronunció con un tono desafiante.
- Ok... está bien... - sonó como si en realidad no me hubiera importado.
Quería llorar, gritar y golpear el suelo, pero no podía moverme del lugar.

Horrible sensación.

Comencé a imaginar que sería de mí.
A caso no importó nada de lo qué pasó entre nosotros?
Yo... no podía creerlo. Me parecía imposible.

Recordé entonces como inició todo.

El bus, el parque, la tienda... todo.

Terminé el día más cansado de lo normal. Mis padres habían salido; dejaron una nota en el refrigerador.
"Volvemos a las 6, tu almuerzo está en el taper azul junto al microondas".

No almorcé.

Tumbado en mi cama recordé que no me atreví a preguntar el por qué de lo que sucedió. Me sentí peor.

Me quedé dormido un par de horas.

6:30 y mis padres aún no llegan.
- tan puntuales como siempre - pensé.

Rebusqué en la cocina por algo de comer.
Queso, pan y un vaso de leche.

Decidí comer en la terraza.

El sol estaba a unos minutos de irse.
Las nubes tenían un color bellísimo.

Podía ver su casa (a dos cuadras de la mía).

El simple hecho de ver la acera me llenaba de recuerdos; paseos en bicicleta, caminatas mañaneras, el primer encuentro... el primer beso...

Bajé corriendo las escaleras.
No pude contener el llanto.
Mis padres ya habían llegado y no pude evitar que me vieran.

Sin pronunciar palabra alguna, caminé directamente a mi habitación.

- Déjalo - le dijo mi padre a mi desesperada y furiosa madre que presenció cómo las moscas devoraban el almuerzo que hacía unas horas fue mío.

Encerrado en mi habitación, solo... me quedé dormido.

TU y YO... otra vez!Where stories live. Discover now