fragmentos de estrellas dentro de mí│poesía.

Las almas

Y en este mar de transeúntes puedo ver a una infinidad de almas llorar, escondidas tras una persistente máscara de apariencias.
Aquellas pobres almas doblegadas ante la moral y el conformismo ofuscante y tan adherido a la sociedad humana.
Una ansiedad acumulada se hace presente en el movimiento casi violento de las almas encarceladas en una habitación sin ventanas en un rincón del cuerpo.
El mundo, de un color grisáceo, lamenta cada segundo los pies que caminan sobre él, pertenecientes a personas que desvían la mirada de sus abandonadas almas.
Las nubes, testigos de tal crimen, dejan sus gotas caer, señalando su tristeza ante tan poco esperanzador panorama, compadeciendo a las desconsoladas almas.
Y la costumbre, instaurada casi de manera inconsciente, actúa de manera cruel, manipulando la mente y la voluntad, ahogando en la oscura profundidad de un baúl con candado a las maltratadas almas.
La genuinidad, cansada de permanecer en el olvido, opta por la desaparición paulatina del mundo, desgarrando considerablemente a las almas.
La hipocresía, entre murmullos incesantes, celebra su victoria pisoteando a las débiles almas de los títeres humanos.
Y los corazones, marchitos de tanta incomprensión, generan dolorosos latidos que atacan a sus dueños en la soledad, quiénes por momentos se sienten nostálgicos al recordar a sus almas.
Los jóvenes, influenciados e inocentes, castigan a sus almas a soportar un silencio permanente, guiado por la falsa necesidad de agradar.
Los adultos, estresados y frustrados, ansían recordar a las almas que se encuentran en un profundo letargo tras haberlas abandonado.
Los ancianos, ya en su lecho de muerte, se arrepienten con ojos vidriosos de la plasticidad tóxica que reinó por sobre la autenticidad de sus latentes almas.

Y las almas, doblegadas, encarceladas, abandonadas, desconsoladas, maltratadas, débiles y latentes, aún se aferran a los humanos, confiando en que serán elegidas para brindar todo su fulgor.

- mackenzie osterberg.