Capítulo 2

3.5K 324 55
                                    


Maratón 2/4

Pasaron 4 años hasta que Nano regresó. Nuestro reencuentro fue extraño. En ese tiempo eso de los pre adolescentes con celulares era escaso, por lo que durante su estadía en casa de sus abuelos no habíamos tenido contacto.

Nano apareció el primer día de nuestro tercer año de secundaria llamando la atención de todo el alumnado. Él no era alguien nuevo, todos lo conocíamos, pero sí había cambiado y mucho. Había crecido en estatura, su voz había cambiado, vestía bien y hasta podría pasar por un chico presentable. Todo el mundo estaba fascinado con este nuevo modelo de Nano.

Lo vi ingresar y saludar a unas cuantas personas, personas que en el pasado lo habían maltratado y con las que ahora parecía llevarse bien. Me reí para mis adentros, así que era cierto es de que todos cambian. Sin darle mucha importancia, me uní a un grupo de muchachos con los que solía juntarme y me formé en la fila para izar la bandera.

Cuando ingresamos al salón el alboroto siguió. Nano estaba en nuestro curso.

Me senté al final del lugar junto a una muchacha a la que estaba intentando conquistar y comencé a charlar con ella que parecía muy atenta a los movimientos de Nano. Desistí de entablar una conversación cuando ella preguntó por tercera vez "¿Qué me decías?", tomé mi celular y comencé a leer un manga que había salido la noche anterior.

—Muévete, quiero sentarme ahí —dijeron de pronto. Yo sonreí sin mirar al recién llegado. Los lugares al fondo del salón eran los más preciados. No cedería el mío, por nada.

—Yo llegué primero, lo lamento —dije enfocando mi mirada en el héroe de mi manga rescatando a la damisela. Tan cliché.

—No te decía a ti —continuó mi compañero consiguiendo mi atención. —Vamos muchacha, muévete.

Nano se encontraba allí, con su facha de chico malo echándole una mirada de muerte a mi próxima conquista. Ella lo observó un poco espantada y procedió a correr a la primera fila de sillas, lo más alejada que pudiera de aquel personaje.

—Ha pasado un tiempo —dijo sentándose relajadamente ante la mirada atenta de todos. Asentí una vez y volví mis ojos al teléfono. —¿No me darás un abrazo de bienvenida?

—Claro, luego en privado te lo daré —respondí apático. No sabía si estaba contento por reencontrarme con él o molesto porque había cambiado tanto. Él no era el pequeño Nano que necesitaba mi protección. Él ya no necesitaba nada de mí.

—Siempre admiré tu calurosa personalidad —rió burlón golpeando su pierna con la mía. —Extrañé eso de ti.

—¿Nos vamos a poner románticos? Porque te aviso que no desayuné y mucha dulzura tan temprano en la mañana me va a hacer mal.

—¡Miráte! Si hasta te has convertido en un joven gracioso además de guapo.

—¿Gracias por el cumplido? —consulté sarcástico mirándolo de reojo, él aún tenía esa sonrisa tonta pintada en su rostro. —¿Cuándo llegaste?

—Hace unas semanas.

—Sigo viviendo en el mismo lugar ¿Sabes? —reproché observando ingresar al profesor de matemáticas acompañado por un muchacho taciturno.

—Sí, lo sé —respondió incómodo. Apagué el teléfono y lo miré interesado. —Fui un par de veces... pero no pude tocar el timbre.

—¿Por qué? ¿Tienes algo mal en las manos?

No NameWhere stories live. Discover now