Capítulo 2

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Sehun no solo le tuvo como rehén, le encerró y no le dejaba casi ni comer ni beber. También se pasaba las noches visitando su celda, quedándose sentado en el tronco de un árbol con una antorcha en la mano mientras observaba a Jongdae sin quitarle la vista de encima. Era siniestro y aterrador, sobre todo cuando a veces le daba por pegarle palizas sin que Jongdae hiciera nada. Los vikingos se mofaban de él y se divertían con su sufrimiento.

Estaba cansado de todo aquello, ya no le quedaban muchas fuerzas, por no hablar de que había eliminado toda esperanza de poder conseguir escapar de allí. Ni siquiera la gente de su aldea se había preocupado por buscarle, seguramente pensando que ya estaría muerto y no queriendo arriesgarse en volver a enfrentarse a los vikingos.

Esa misma noche en la que Jongdae permanecía tumbado sobre la paja sucia de su celda y mirando las estrellas de la fría noche mientras su cuerpo temblaba, ya que no tenía nada con lo que cubrirse, Sehun no apareció por allí para sentarse a observarle. Esa noche lo que pasó fue algo muy distinto.

Fuertes gemidos empezaron a salir de la cabaña que pertenecía al líder: Sehun. Jongdae no sabía si la chica estaba gimiendo de placer o de dolor. Eran tan fuertes los gritos que dudaba de que no la estuvieran matando. Pero al parecer sí, lo estaba disfrutando porque no para de repetir una y otra vez el nombre de su líder.

¿Por qué hacer tanto escándalo? Dudaba mucho de que Sehun se pudiera concentrar teniendo a esa gritona debajo de él, o encima, eso no lo sabía. Pero el caso era, ¿aquel hombre era tan bueno como para hacerla chillar así?

Jongdae rodó sobre la paja, dando la espalda en dirección a esa cabaña. Le gustaría que, al menos por las noches, pudiera descansar. Pero con ese escándalo era imposible.

Intentó dormir como pudo, y estuvo a punto de conseguirlo cuando los gemidos cesaron y él tuvo ganas hasta de aplaudir por ese hecho. Felicidades, ya habían alcanzado el orgasmo, se habían corrido y ahora le podían dejar de una maldita vez dormir.

Pero no, su pequeña felicidad duró poco. Jongdae escuchó cómo alguien entraba a su celda y andaba sobre la paja hasta quedarse a su lado. Él se hizo el dormido, no tenía ganas de que le dieran otra paliza y encima en plena noche.

—Despierta.

La voz la reconoció al instante. Sehun, no podría ser otro. Pensó.

Sehun no parecía conforme con el hecho de que Jongdae estuviera durmiendo así que empezó a darle pequeñas patadas hasta que el chico, cansado ya de todo aquello, abrió los ojos y le miró.

—Levántate. —le ordenó pero no le dio tiempo a acatar eso ya que le agarró del brazo y tiró con fuerza de él. Jongdae tropezó con sus propios pies cuando el vikingo le obligó a andar rápidamente fuera de la celda y luego le llevó hasta su cabaña, donde no había nadie, ni siquiera la chica tan chillona.— Desnudate. —dijo de forma autoritaria mientras soltaba su brazo y le empujaba, provocando que se cayera en medio de la habitación.

—¿Por qué?

—Es una orden. Desnudate.

—No quiero. —espetó Jongdae.

—¿No quieres? —Sehun pareció enfurecerse con su actitud.— ¿Quieres que te haga un águila de sangre? ¿Eh? ¡¿Eso es lo que quieres?!

Jongdae abrió los ojos como platos. El águila de sangre era uno de los tantos rumores que había sobre los vikingos. Se trataba de una tortura que consistía en rajar la espalda de algún prisionero o enemigo, y sacarle las costillas hacia fuera, así parecerían alas y se podrían ver los pulmones de la víctima.

Jongdae empezó a quitarse la ropa en silencio, no queriendo ser víctima de aquella tortura espantosa. Sehun parecía algo complacido por aquello, pero solo se quedó en silencio observando todos los movimientos del chico al desnudarse. El vikingo caminó cerca de él, dando vueltas a su alrededor mientras que, con una mano, tocaba todo su cuerpo. Jongdae temblaba debido al frío y el miedo, pero también gracias a la gran mano de Sehun que le acariciaba.

—Túmbate en la cama. —le volvió a ordenar.

—Pensé que te gustaban las mujeres. —susurró Jongdae, expuesto ante él.

Sehun agarró el pelo de Jongdae entre su puño y puso su rostro muy cerca de el del chico.

—Yo nunca he dicho lo contrario.

Con un empujón, Jongdae cayó sobre la cama de aquella habitación sin perder de vista a Sehun, quien se estaba despojando de todas sus ropas.

Fue Sehun quien se colocó encima de él y atacó sus labios con agresividad. A Jongdae no le quedó más remedio que corresponder como pudo. Aunque debía reconocer que el vikingo besaba muy bien y lograba encender a cualquiera solo con sus labios.

Sehun fue bruto y frío. No le dio mucha importancia a la hora de preparar a Jongdae, por mucho que éste se quejaba, y le penetró sin escuchar como se negaba y le suplicaba que parara. En esa época a las mujeres rehenes eran violadas, pero nunca había escuchado que a los hombres también. Pero por alguna extraña razón, aquello no parecía una violación premeditada. Sehun repetía una y otra vez su nombre entre jadeos, y Jongdae supo por qué aquella chica gemía como loca. El miembro del vikingo era grande y daba en los puntos correctos para hacerle ver las estrellas.

Las penetraciones eran fuertes, las caderas de Sehun chocaban contra su piel y la volvía roja. Jongdae decidió que lo mejor era disfrutar del momento lo que pudiera, Sehun era un hombre atractivo, no lo iba a negar, y él nunca había podido estar con ningún hombre por el qué dirá su pueblo.

Sehun fue el primero en correrse dentro de él, pero no frenó sus actos y atendió al miembro del más bajo para que Jongdae también se corriera. El vikingo tuvo un momento de debilidad y cayó dormido abrazado al chico. Jongdae se quedó mirando el rostro relajado de Sehun y cómo éste tenía una diferente expresión en el rostro de lo normal, ahora parecía más humano.

Jongdae tenía frío al estar desnudo, intentó moverse pero los brazos de Sehun se lo impedían. Tuvo que hacerlo despacio, atento por si Sehun se despertaba, empujó su pecho bien formado y luego agarró el brazo que estaba por encima de él y lo quitó con cuidado. Se arrastró por la cama hasta salir de ella por completo y corrió a buscar sus prendas, vistiéndose rápidamente.

Esa sería una buena ocasión para escapar de ahí, pero no se iría con las manos vacías. Tomó un cuchillo que había en una mesa de madera de la habitación y apretó el mango entre su mano. Él solo pensaba salir de allí sin hacer ruido y huir lejos, pero eso no devolvería el daño que le habían causado o a su prometida y mejor amiga fallecida.

Se acercó a Sehun con una valentía que no sabe de dónde sacó, alzó la mano que sujetaba el cuchillo y se quedó mirando su rostro tranquilo por unos segundos. Sehun parecía que iba a despertar ya que sus párpados temblaron antes de abrirse poco a poco y mirar directamente al cuchillo que se encontraba sobre su cabeza.

Era el momento. Jongdae bajó el cuchillo pero Sehun se movió rápido, provocándole tan solo un corte grande en uno de sus ojos. Sehun gritó y se llevó una mano al ojo herido que no paraba de sangrar. Jongdae aprovechó ese momento para salir corriendo de allí lo más rápido que pudo. Todavía era de noche pero pronto empezaría a amanecer.

Los demás vikingos acudieron a la habitación de Sehun, llamados por el grito de dolor de su rey. Los médicos intentaron curar su ojo, pero fue imposible.

Ahora Sehun había perdido un ojo y, lo que es peor, no pudo dormir abrazado a nadie más en su vida. Se pasaba las noches en vela, descansando mal y poco, pensando en el chico que le hizo aquello, sin poder quitárselo de la mente y recordando a cada rato el placer que sintió con él y, más tarde, el dolor.


FIN

Vikings { SECHEN }Where stories live. Discover now