𝐒𝐄𝐑𝐄𝐍 - 𝖵𝖨𝖪𝖨𝖭𝖦𝖲 // PAUSA

4.11 - El Forastero

Ubbe da un paso adelante para desafiar a Ragnar, pero en su lugar se abrazan. Ragnar le pide a sus hijos que lo acompañen a Inglaterra, pero Bjorn se niega, ya que planea asaltar el Mediterráneo con Floki, Harald y Hvitserk. Ubbe y Sigurd prometen quedarse y proteger a su madre y Kattegat, ahora un importante centro de comercio. Ivar ve a sus hermanos compartiendo a la esclava Margrethe, y también la quiere a ella. Después de no poder dormir con ella, él amenaza con matarla, pero en cambio llora cuando ella le dice que ser hijo de Ragnar es más difícil que ser un hombre común. Ragnar visita a Floki y le dice que lo ama. En Hedeby, Ragnar se disculpa con Lagertha después de que ella se niega a acompañarlo a Inglaterra. Ragnar encuentra un árbol grande mientras regresa a Kattegat y trata de ahorcarse. Sin embargo, los cuervos mastican la cuerda para salvarlo. De vuelta en Kattegat, Ragnar encuentra a Ivar en la sala del trono y convence a Ivar para que lo acompañe a Inglaterra....

...

— ¿¡Quién quiere ser rey!? ¿Qué me dices tú, Sigurd? ¿Quieres ser rey?

Según Ragnar presionaba más y más a su hijo más pacífico, este a cada momento aumentaba la ira de su rostro, pero no habría la boca. Pasó al siguiente por cercanía, Ubbe, le hizo la misma pregunta que a todo el pueblo y que a todos sus hijos "¿Tú quieres ser rey?".

— Mátame, y serás rey. ¡El rey Ubbe —de repente, Ragnar alcanzó a su hijo y le golpeó— ! ¿A qué estas esperando —otro golpe— ? No me temas, sé un hombre.

A pesar de todo, Ubbe siguió la estrategia de todos sus hermanos: no hacer ni decir nada. Y entonces Ragnar encaró a Seren, Seren no era extremadamente alta pero no podía considerar la altura de Ragnar como algo amenazador. A Ragnar sí, ella creía que el hombre que tenía frente a sus narices no era más el Ragnar que ayudó a criarla de pequeña. El Ragnar que tenía delante estaba completamente desquiciado.

— ¿Y tú, pequeña Seren? ¿Qué harías por ser reina? Seguro que ya te encamas con alguno de mis hijos, dime, ¿a cuál debo darle mi espada para que me mate?

El rey no recibió ni un sonido como respuesta, no esperaba recibir respuesta. Se acercó un poco a Ivar, el cual parecía emocionado por la bravura de su padre, acarició su cabeza y no le dedicó palabra. Ivar no era quien para ser rey.

Todavía sin ninguna nueva palabra por parte de nadie, Ragnar empezó a darse la vuelta seguido por Ubbe. Seren dio un paso al frente, preocupada de que Ubbe fuese capaz de matarle, pero Ivar agarró su pierna para hacer conectar sus miradas. Ella nunca había imaginado nada tan extraño como a Ivar el Deshuesado tratando de tranquilizar a nadie así que, si lo hacía, lo mejor era hacerle caso y quedarse quieta. Ragnar empezó a posar su mano sobre el rostro de su segundo hijo mayor para después agarrar su cuello y abrazarle, haciendo que Ubbe soltara su espada. Al poco, la multitud —aun silenciosa— empezó a hacer paso a un hombre más, a Bjorn Ironside. Este observó unos segundos a su padre antes de preguntar la razón de su regreso.

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Seren caminaba y caminaba, no sabía a donde iba pero sabía que necesitaba irse. Su destino la hizo toparse con la cabaña que compartían los Ragnarssons y, a pesar de que aun no anochecía, las ganas de dormir le vinieron intensas y de golpe. Abrió la puerta, no había estado demasidas veces allí, pero sabía que no solía haber nadie. Pasó sus dedos por la mesa, esta estaba polvorienta al igual que casi todo en esa casa. Salvo una cama y las armas. Los pasos de Seren se hacían cada vez más pausados según llegaba al lecho, Seren notaba que a cada paso ella estaba más ligera de lo normal. Cuando llegó frente a la cama, acarició con las yemas de sus dedos la superficie cubierta de pieles y se tumbó sobre estas con ambas manos en el regazo. Cada vez que Seren sentía unas tremendas ganas de dormir sin haber hecho nada excesivamente cansado, ella lo identificaba como un llamado de los dioses, listos para otorgarle nuevas visiones.