Un brindis

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He dejado de lado mi comodidad de madre y me he cambiado para la ocasión: fiesta. Un vestido de lentejuelas color cobre y unas zapatillas café me acompañan junto con poco maquillaje y mi cabello ligeramente ondulado. Marco ha pasado por mi unos minutos después de qué me terminara de arreglar, nos saludamos amistosamente y pregunto cuál es el plan, a lo qué él responde:

—Ya verás, lo pasaremos increíble.— Asiento. Él comienza a conducir y después pone algo de música movida para comenzar con el ambiente.

Sinceramente, me he preguntado. ¿Cómo es qué Marco nunca buscó tener una familia? Ya está pegándole a los cincuenta y sigue soltero. Y de esos solteros qué están bien cuidados, qué en cualquier momento enamoran a una de veinte para tener una aventura. Aunque jamas hemos hablado de ese tema, tal vez hoy le saque toda la información. Los borrachos siempre dicen la verdad y el corazón de Marco debe estar guardando algo muy fuerte.

Llegamos a un edificio muy elegante, una alfombra roja decora las interminables escaleras hasta terminar en la entrada. Marco estaciona justo en frente y sale del auto para abrirme, salgo y le entrega las llaves de su auto al del parking, lo tomo del antebrazo y subimos todas las malditas escaleras.

Traigo tacones, esto es interminable.

Llegamos por fin a la entrada y dos encargados abren las puertas al vernos.— Esté lugar es muy elegante.— Le susurro al entrar al edificio y él sólo ríe. Otras enormes escaleras al segundo piso aparece enfrente de nosotros, pero Marco me guía por debajo de ellas.

—Está es sólo la fachada.— Cruzamos la entrada hasta abajo de las escaleras y llegamos una enorme puerta café enfrente de las susodichas, el guardia de seguridad reconoce enseguida a Marco y abre la puerta qué nos guía a un pequeño pasillo a otra puerta con otro guardia de seguridad el cuál la abre y el ruido sale de ahí como una exposición. Puedo divisar a unas cien personas o más, bailando con la música a todo lo qué da, agradezco que no sea uno de esos lugares dónde el olor a cigarro está en todos lados, porque no entro. No es algo que me moleste, pero en grandes cantidades me provoca asco y mareos.

¿Qué les digo? Es la edad.

Marco y yo nos acercamos a la barra y él no tarda en saludar al cantinero amigablemente, me lo presenta pero dada la música sólo le sonrío y él de igual forma a mi. Marco pide dos bebidas, una Atlantic para mi y para él un whisky doble con hielo.

—Brindemos.— Propone.— Porque hoy sales por fin de ese encierro qué llamas casa.— Ruedo los ojos divertida y bebemos.

Después de platicar mucho, pedir más bebidas y reír, hemos decidido levantarnos y bailar. Suena una canción movida y ambos hacemos pasos muy raros mientras nos reímos. El alcohol ya se nos ha subido a la cabeza y traigo a Marco hasta la barra para pedir más.

Pero está vez más fuerte. Ambos tequila.

—Y bien, querido Marco.— Comienzo.— ¿Hay alguien por ahí en tú corazón? Porque no te creo qué seas soltero para toda la vida.

—¿Por qué hablar de mi vida amorosa habiendo tantos otros temas? — Se toma todo el shot de tequila y después hace muecas. Jamás he aguantado el tequila por eso yo estoy tomándomelo más tranquilamente.

—Porque tú sabes todo sobre mi vida y tú nunca haz mencionado a alguna mujer.— Se pone serio, noto la incomodidad en su rostro y me estoy arrepintiendo por haber sacado el tema.— Está bien si no quieres hablar, yo no...

—No, no. Tienes razón, somos amigos y hay confianza.— Inhala y exhala con rapidez. Toma mi shot y se lo acaba.— Mi esposa falleció en un accidente de auto hace veinte años junto con el bebé qué esperábamos.— Confiesa sin dejar de hablar hasta terminar. Me quedo en shok. ¿Qué le digo ahora? Yo lo hice hablar y si ahora se siente mal es culpa mía.

—Por Dios, Marco. Lo siento mucho, no debí haber sacado el tema.— Acarició su hombro.

—No te preocupes, pasó hace mucho y aunque es algo que jamás voy a superar, me tranquiliza el pensar qué ellos están en paz y el malnacido qué los asesinó está pagando la condena.— Finge una sonrisa y pide otro shot para ambos.

—Mis padres fallecieron también hace mucho y entiendo por lo qué estás pasando, ese dolor jamás va a irse.— Asiente lentamente. Nos entregan las bebidas y Marco las reparte.

—Ahora brindemos.., por las personas qué nos cuidan desde arriba.— Chocamos los vasos y cuándo él se lo empina yo cuento hasta tres y hago lo mismo. Terrible error.— Tengo qué ir al baño, regreso en diez.— Asiento mientras me compongo del efecto de aquel shot.

Jamás me he puesto a pensar en qué hubiera pasado si jamás me hubiera embarazado de Aaron o por un accidente lo hubiera perdido o incluso si lo hubiera abortado. Aaron es mi luz, es el amor mi vida, me volvería loca si alguna vez me falta y Marco, qué perdió a su esposa y a su bebé, debe ser un dolor insoportable. Vivir con ese dolor todos los días, despertar y darte cuenta de la realidad debe ser horrible. Ahora me siento la peor persona por pensar mal de Marco todas las veces que lo hice, parece que tengo un mal de juzgar antes a las personas.

Pido un cosmopolitan y lo bebo cuándo me lo entregan, me doy la vuelta para ver a todas las personas bailando pero mi vaso choca con un cuerpo masculino y al alzar la vista y ver quién es me hubiera gustado no venir a éste lugar.

—¿Vamos a encontrarnos siempre así? — Pregunta en tono burlón pero a mi se me han puesto los pelos de punta y me he convertido en Janice de friends ahora mismo.

—Oh por Dios.— Digo con asombro.

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¡HEY, HEY! NUEVO CAPÍTULO, ¿QUÉ LES PARECIÓ?

Disculpen la tardanza pero estaba con todos mis nervios de punta por los resultados de la universidad y adivinen qué... ¡tan tan taaaaan! ¡SI QUEDÉ!

Gracias por ser pacientes.

Hasta el próximo,

–C.

Viviendo con mi ex 2 [PAUSA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora