Capítulo 1. Un nuevo inicio

21 3 0
                                    

Ya es hora de partir, una nueva vida me espera. Lo siento padre, no puedo seguir
viviendo bajo tu tutela… - dijo la chica de cabellos rubios y ojos azules mientras se
ajustaba su guantes.-

La chica vestía un gran sayo de color blanco con un bordado dorado en el extremo de su
ropaje que simulaba las olas del mar. Ella era de estatura media, unos labios rojizos como
la sangre y una piel fina como la seda. Aunque, su gran busto desentonaba con su tan sutil
forma de vestir. Su nombre era Céline y era la hija del duque Renword.
- Solo me falta coger mi bastón e ir corriendo al gremio, después de catorce años
entrenando, al fin, soy mercenaria. - se reafirmaba ella con una enorme sonrisa
delante del espejo y cogiendo así una carta y su bastón de curandera decidió
marcharse del castillo. -
Céline salió de su habitación y cerró la puerta. Ella estaba insegura de lo que iba a hacer, no
obstante, había tomado una decisión y no iba a echarse atrás. Mientras caminaba por los
pasillos le venían recuerdos sobre su vida en el castillo: recuerdos de su padre quien se podía
ver que era una persona muy afectuosa, recuerdos con los sirvientes quienes en más de una
ocasión la sacaron de algún enredo, etc…

Tras secarse un par de lágrimas, abrió el gran portón y abandonó su hogar, a partir de ahora
estaría sola y vería el mundo tal y como es. Mientras caminaba por los pasillos no se encontró
con nadie, ni con el servicio ni con su padres, algo que calmó momentáneamente los
sentimientos de Céline.
Bajó la gran escalinata con gran ímpetu llegando así al jardín del castillo. Delante se
encontraba el último obstáculo para empezar su aventura: la Muralla de Eliza. En Renword hay
diferentes distritos divididos en murallas: la Gran Muralla exterior o Muralla de Renword
recubre toda la expansión del territorio en la que se encuentran los pastos de cultivo y las
viviendas más humildes y por consiguiente, la gente más pobre. La Muralla de Áureo separa
todo el exterior con el interior de la ciudad y en el interior es donde se encuentran las casas de
los mercaderes, el mercado, el gremio, todos los lugares de ocio de la población. En la Muralla
de Ópaco que está situada al este y al oeste de la ciudad se encuentran las casas más nobles
del ducado que estas están sometidas a la influencia renwordina. Y por último, la muralla que
separa el castillo de todo el ducado: La muralla de Eliza.

Una vez atravesada la muralla, llegó a las calles que estaban más próximas al castillo, la calle
carda. Dio un giro de cuarentaicinco grados y se puso a caminar rumbo a su destino, el Gremio
de mercenarios.

La callejuela del sur del castillo conducía directamente a la plaza central que era donde se
encontraba su destino y así emprendió su paso. Mientras caminaba, leía y releía la carta que
había cogido en su habitación en donde ponía que ella ha aprobado los exámenes de clase
curandera y que por consiguiente podía ejercer ese cargo.
Siguió su camino viendo pasar a la gente, jóvenes, adultos, niños. Hoy parecía ser un día
ajetreado, pensaba ella.

Al llegar a su destino vio que la plaza estaba llena de gente. Como cada miércoles era día de
ejecución de prisioneros. El ducado de Renword había entrado en guerra con todos los ducados a los que no le habían jurado lealtad y sumisión. Habitualmente las ejecuciones se
hacían en un ducado vecino llamado Sura, pero como consecuencia de los malos tratos
recibidos se habían sublevado.
Céline decidió ignorar esa ejecución ya que no consideraba que fuere algo que pudiera
entretenerla. - Hace mucho tiempo de la última… - Céline cayó al suelo y empezó a llorar si
cesar, nadie la auxiliaba. Esa voz que había escuchado en su cabeza había hecho que perdiera
la cordura. - Recuerdos, recuerdos, recuerdos que no podía recordar… - se repetía ella misma
entre susurros.

- ¡Oye! ¿Estás bien? – preguntó un chico de unos diecinueve años que se había agachado a la altura de Céline.-

- ¡S-Sí! Gracias por preocuparte… - respondió la chica con una sonrisa mientras se
levantaba y limpiaba sus ropajes.
- ¡Mi nombre es Khaín y el tuyo! – preguntaba el chico mientras otros dos hombres
llegaban y se ponía uno a su derecha y otro a su izquierda - ¡Chicos! Habéis venido al fin… A cierto, ellos son Berion y Quartz.

- Yo soy Céline, es un placer conoceros a los tres. – se sentía algo intimidada ya que
nunca nadie le había dirigido la palabra desde que había salido del castillo.

Berion era un chico de unos veinte años de pelo negro y ojos oscuros, de estatura alta y vestifo
con ropas nobles, al contrario, Quartz y Khaín iban vestidos con arapos. Quartz tenía el pelo
blanco y sus ojos de un azul cristalino y Khaín tenía el pelo moreno al igual que su tono de piel.

Céline al ver la buena relación que parecía haber entre los chicos, decidió preguntarles como
se habían conocido. Khaín se sentó en el suelo y sus compañeros se apoyaron en la pared de
una casa cercana.

- Verás, Céline, quizás no me creas… Pero somos prisioneros que debían ser ejecutados
y gracias al destino y la muerte nos salvamos… - sin poder terminar, Berion exclamó
“Nos salvamos gracias a esa niña, a mi no me jodas. ¿Verdad, Quartz?.”concluía él
riéndose. Quartz, sin decir nada, desvió la mirada y se agarró el brazo con la mano
contraria.

- Te lo explicaré, Céline, pero necesito que tengas fe en mí, un desconocido que iba ser
presuntamente ejecutado por vete a saber tú las fechorías que he hecho.

El viaje de Céline. Where stories live. Discover now