Dos extraños

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La camisa que Kepa me dio estaba grande, pero para qué quejarme, ya tenía suficiente Kepa para que se enojara.

-Por dónde vives?- pregunta aún con el rencor.

-No tienes que hacer esto, yo puedo ir caminando sola- me rehúso, aunque su carro mercedes me dice otra cosa.

-Prefieres ir caminando con la lluvia abundante? Bien. Pero lamentablemente tengo que llevarte. Mi madre se enojará si no le hago caso- dice aún con su tono.

Cansada de su tonito, me revelo -Mira, Arrizabalaga, si no me quieres llevar, por mi está bien! No necesito escuchar más de tu voz de engreído y presumido- me bajo de su mercedes de un puertazo, para caminar bajo la lluvia.

Por qué todos los hombres son igual de idiotas? No hay tan siquiera uno que sea amable o al menos respetuoso?

La lluvia se hacía cada vez más abundante mientras me preguntaba eso por mi mente, el frío se hacía presente conforme caminaba por las calles de Londres. Maldita sea, odio la lluvia.

Después, oigo el claxon de un carro, del Mercedes que abandoné hace rato.

Se acerca a donde estoy y baja la ventana -Sube- me dice Kepa, pero con un tono de voz diferente, algo así como rendido?

Lo miro con cara de pocos amigos y sin confiar -Vamos, sube! No voy a esperar todo el tiempo- apresura con su tono de arrogancia y sin más opciones, me subo a su carro.

||Kepa||

En cuanto la chica salió de mi carro, sentí un alivio recorrer todo mi cuerpo. Al fin me deshice de ella.

La vi alejarse poco a poco, su silueta: delgada, alta, buen estilo. Se abrazaba ella misma en un intento de cubrirse del frío, al mismo tiempo que caminaba tambaleando. Por un momento me dio risa por lo que pasaba.

Su carácter decía que era terca, atrevida e irritante, como todas las chicas de hoy en día. Pero tenía algo diferente, un buen corazón.

Sino fuera por ella, mi madre hubiera llegado tarde a mi casa haciéndome que me preocupara y tal vez llamara a la policía. Gracias a ella, mi madre logró llegar sana.

Creo que le debo una a esta chica.

Bufo de lo que estoy a punto de hacer, y la alcanzo hasta donde ha caminado. Le digo, o más bien, le ordeno, que suba a mi carro, y ella sin opciones se sube.

𝐓𝐔 𝐄𝐑𝐄𝐒 :: 𝗞𝗘𝗣𝗔 𝗔𝗥𝗥𝗜𝗭𝗔𝗕𝗔𝗟𝗔𝗚𝗔Where stories live. Discover now