❝Te esperaré hasta que la última hoja caiga❞
Donde Jungkook a pesar de vivir en un distrito muy lejos de su novio Jimin, sin importar las dificultades que ambos afrontan, logran reencontrarse todos los años en la nostálgica época de otoño.
El últim...
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El ambiente exterior pasó rapidísimo con los movimientos del tren en marcha, resaltando que los nervios a flor de piel mantenían al joven entusiasmado en constante alerta. Aunque la música puesta en aleatorio sí lo logró relajar un poco, al abrir la vista y enfocar la luz solar, esta se esfumó en un zas al reconocer un singular paisaje que le traía muchos recuerdos pasados.
Emitió un sonido de sorpresa acompañada de una sonrisa de dientes blancos y sus ojos se hicieron pequeños formando bolsitas debajo de estos.
Ya estaba aquí, ya estaba en el hogar de su ángel más preciado.
El vehículo de acero comenzó lentamente a pausar su llegar, con el sólido desinflar del mismo exclamando la última parada. Las puertas se abrieron de par en par, dejando visualizar al azabache, siendo el primero entre toda la gente dentro, sujetando con firmeza su equipaje junto a él con un aura de alegría en todo su esplendor. Cuando sus zapatos hicieron contacto con el suelo trató de no caerse debido a todos los empujones que recibía por la gente andante.
El andén estaba repleto hasta la médula y empezó a preocuparse por si el rubio podría encontrarlo entre la dificultosa marea de personas.
Aferrándose a sus pertenencias no se movió de su lugar, y con su emoción expectante comenzó a priorizar la puerta de entrada. Miles de parientes, parejas, y amigos se abrazaban a su alrededor, siendo el azabache ya querer estar en esa situación. Admiraba su reloj una y otra vez, no cambiando de los dos minutos locales, hasta que a la quinta relojeada lo escuchó.
-¡Jungkook! -Retumbó dulce haciendo eco en su mente, jadeó en sorpresa y su corazón palpitó acelerado sin compasión a la vez que sus pupilas recorrían veloces las imágenes- ¡Jungkook!
El azabache movilizado alzó su cabeza desesperado en encontrar al dueño de esa melodiosa voz, para ver un lindo pom pom saltarín decorando un gorro blanco, seguido del rostro que causaría su propia destrucción si lo quisiera. Su cuerpo por instinto, solitario, fue acortando la maldita distancia despejando de su camino cualquiera que lo atravesara. Haciendo espacio con sus brazos, ambos chicos contra viento y marea no soltaron sus miradas en ningún momento, uniendo así después de tanto tiempo transcurrido desde la última vez, los dos cuerpos anhelosos de gran afecto mutuo.
-¡Jimin! ¡Santo dios te extrañe tanto! -Exclamó el menor, alzando en el aire contra sí al mayor mientras escondía las lágrimas dirigentes de muchos pensamientos en el abrigo contrario por su larga separación.
-¡Mi Jungkook! ¡Mi Jungkookie! -Espetó repitiendo Jimin emocionado, abrazándolo por el cuello para alejarse solo unos centímetros y con sus dos manos apresar las mejillas del contrario- ¡Volviste! ¡Volviste!
Apenas Jungkook sintió las manos calientes del rubio acoplarse a su medida, sus facciones se relajaron de tal manera a la reconfortante sensación que la mirada del mismo Jimin se vio afectada por el sentimiento acogedor. El menor fue bajando despacio a quien tenía frente a él, ambos chicos sin romper la burbuja que los apartaba de la gente a su alrededor.
