Esta Luisi (no) es mi Luisi

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A lo largo de la semana pasada y parte de ésta, imagino que debido a lo que se emitió en Premium y que se está viendo estos días en el directo, leí un poco por encima algún tuit que decía que el personaje de Luisita no parecía el mismo; que lo habían cambiado para poder encajar lo de Sebas, que estaba desvirtuado respecto a lo que fue la Luisi del 76 y que esa Luisita no era Luisita. Discrepo un poco de esta opinión, y me explico.

A mí me parece que la Luisita que estamos viendo actualmente no dista mucho de la Luisita de la temporada 7, ni siquiera de la que llegó a la Plaza de los Frutos en la temporada 6. A nivel anímico está claro que no está igual, eso es indudable. Ya sabemos por lo que ha tenido que pasar y no hace falta recordarlo. Pero su forma de actuar y de conducirse por la vida y sus acontecimientos, para mí no han cambiado tanto.

Luisita es una chica soñadora, alegre, impulsiva, algo dispersa... También es cabezota, obstinada, terca y todos los sinónimos que se nos ocurran. Esto es así, es parte de ella. Es una persona que cuando escoge una senda no sale de ahí hasta que no está a punto de estrellarse, o hasta que viene alguien que sabe tocar la tecla exacta para hacer que se detenga. Spoiler: una de esas personas ya sabemos que no es Marcelino. Así que cuando Luisita toma una decisión la defiende hasta el final, caiga quien caiga por el camino y cueste lo que cueste. Si estás en contra se pone a la defensiva, no soporta que le cuestionen, mucho menos que la juzguen, y si intentas quitarle la idea de la cabeza usando sus mismas armas, estás perdido.

Esa es exactamente la Luisita que yo estoy viendo. Una Luisita que ha tomado una decisión y la va a defender con uñas y dientes: olvidarse de Amelia e intentar rehacer su vida sin ella. No porque en el fondo esté enfadada o le guarde rencor, nada más lejos de la realidad, sino porque no se fía y tiene miedo. Teme volver a intentarlo con ella y que otra vez salga mal. No quiere volver a sufrir.

Esta Luisita empecinada en alejare de Amelia es la misma Luisita cabezota que se fue a probar suerte a Barcelona o Galicia, desoyendo los consejos de su familia. La misma que se empeñó en negar lo que sentía por Amelia y apartarla, incluso rechazando invitarla a quedarse en Madrid en Navidad aun sabiendo la difícil situación de la vedette con sus padres. Es la Luisita obstinada que, una vez decidió ir con todo y apostar por su relación con la chica, no dudó en anteponerla a su familia, y cuanto más intentaban separarlas diciendo que se iban a complicar la vida, más vehementemente se reafirmaba en su decisión. Es esa Luisita que pensó que la mejor manera para que Amelia aprendiese la lección después de su etapa de desenfreno era ser dura con ella y castigarla, hasta el punto que casi la pierde. En ninguna de estas ocasiones Luisita oyó los consejos o las riñas de nadie, porque sentía que estaban cuestionando una decisión suya, y eso no lo podía permitir. Su terquedad podía estar o no justificada, ser aplaudida o rechazada dependiendo de la causa a la que respondiera, pero era eso, terquedad.

Así que estamos ante una Luisita determinada a empezar sin Amelia que, por si fuera poco, ahora ha encontrado una cuerda a la que aferrarse para salir de su particular pantano, Sebas. Para mí está claro que el chico despierta algo en ella, se siente a gusto con él y consigue que al menos no piense constantemente en la morena, un paso importante para sus propósitos. Pero en el fondo esto no es suficiente porque hay un pequeño problema, Luisita sigue totalmente enamorada de Amelia. Por eso cuando está frente a ella actúa como actúa, a la defensiva, manteniendo las distancias, incluso lanzando reproches y frases hirientes si es necesario. Son sus armas ante el miedo de sucumbir a un sentimiento tan fuerte. Luisita se crece así, comportándose como un chihuahua que ladra y enseña los dientes para ocultar sus debilidades. Debilidades que asomaron cuando Amelia se puso firme y dejó de contemplarla para hablarle claro y directo de cómo se sentía; ahí a Luisi comenzó a pesarle la pistola.

A todo este galimatías mental se suma su entorno, tan desconcertado como la propia Luisita. Especialmente Marcelino, que con su actitud está consiguiendo justo lo contrario de lo que quiere. Parece mentira que no conozca a su hija, pero ahí lo tenemos, proclamando a los cuatro vientos que lo de Luisi con Sebas es una ventolera e interviniendo incluso para poner distancias. Ya le has dado a Luisita más munición. -¿Te empeñas en decir que esto es un arrebato de los míos? Pues más me empeño yo en demostrarte, e intentar demostrarme, que no. Y si tengo que llegar al extremo de decir que prefiero a Sebas antes que a Amelia pues llego, porque una vez más mis decisiones son mías y haré y diré lo que sea para defenderlas-.

En resumidas cuentas, creo que la actitud de Luisita no está forzada y su comportamiento no es irreconocible. Es solo que la batalla que ha decidido luchar no la entendemos y nos duele porque la más perjudicada es Amelia. Aunque no es la única, el propio Sebas va a sufrir daños colaterales. A pesar de esto, a ambos les ha pedido tiempo y espacio y les ha dejado claro el tipo de relación que quiere con cada uno. La decisión de aceptarlo o apartarse es suya. Luisita no está engañando a nadie, si acaso a la que se engaña es a sí misma, exagerando lo que siente por Sebas empujada por su desesperación y, en parte, por las acciones de los demás. Sin embargo, poco a poco la presencia de Amelia irá permeando en ella, tendrán sus tira y afloja, pero Luisita irá bajando la guardia. Quién sabe si ahí, ante una Luisita sin coraza y de nuevo casi transparente, sea el propio Sebas el que se de cuenta que no tiene nada que hacer y la anime a no negarse a sí misma y al amor que siente por Amelia.

Por último, tengo que decir que, aunque una Luisita de carne y hueso con la que compartiera espacio vital me sacaría de mis casillas, como personaje se lo compro absolutamente todo. Es compleja a más no poder y tiene mil aristas, lo que da un juego tremendo. Esto es fruto de cómo está construida desde el guion y desde la interpretación. A Luisita hay que quererla.

Nada más. Si has llegado hasta aquí, gracias por leer. 

Opinión irrelevanteWhere stories live. Discover now