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"Falso inicio, estoy somnolienta. Estoy atrapada de día con mis sueños de noche y mis problemas"

This Side of Paradise-Hayley Kiyoko

...

Sus parpados se sentían pesados, las manos le hormigueaban y un nudo se aglomeraba sin pudor alguno dentro de sus fauces. No podía abrir los ojos, aunque su cerebro mandara la orden. Sintió que habían pasado horas desde que hizo sus intentos nulos, pero logró su cometido, sus iris zafiro se fueron abriendo con lentitud. Al paso que sus ojos se iban abriendo un agudo sonido molesto hizo interferencia en cada una de sus cavidades auditivas, un chirrido, un sonido puramente molesto.

En el momento en que por fin su vista estaba libre de sus parpados, alcanzó a vislumbrar el cielo nebuloso, nubes grises, tristes y moribundas. Sus oídos al igual que su vista, fueron ejerciendo su función con lentitud, voces lejanas y trotes de caballos, fue lo que captaron.

Intentó incorporarse, sus extremidades se sentían entumidas, adoloridas.

Un rayo de luz logró disuadir a las nubes gruñonas, pegando consigo a su rostro. Intentó tapar los rayos UV que el sol otorgaba, pero al momento en que su mano se alzó ante su vista se quedó gélida. Había sangre en ellas, esa fue la alarma interna de rebuscar en su cuerpo alguna herida. Toqueteó con desespero su curvilínea figura, pero no halló herida alguna. Pero otra alarma se instaló en su mente, esa sangre no era suya, debía ser de alguien más.

Levantó su mirada, la movió por los lados. Se encontraba en un campo de batalla, el lodo curtido en sangre, el olor nauseabundo de la muerte. Utilizó sus brazos para poder elevarse, con dolor que aún no se explicaba, terminó con su cometido, ahora que ya se encontraba de pie debía buscar como regresar a casa. Sacudió sus ropajes, pasó sus manos por sus pantalones intentando quitarse los restos de sangre y lodo.

Sus pasos torpes y poco concisos la guiaron al otro extremo de aquel extenso claro, que ahora servía como punto de encuentro para la batalla. Su cabeza le dolía y en momentos sentía que todo a su alrededor le daba vueltas. Miró nuevamente a los lados, buscando si no había alguna amenaza o alguien que pudiera ayudarla.

Se movilizó al escuchar que los murmullos y los galopes se acercaban cada vez más al lugar donde ella estaba. El claro era un montículo que se alzaba y luego bajaba, una colina libre de árboles. Al bajar con cautela la cumbre que se extendía hacia abajo, pudo vislumbrar el panorama completo que causaba la guerra.

Cuerpos esparcidos por todo lo ancho y largo de la otra mitad del claro. Cadáveres de soldados mutilados, caballos cercenados y armas tiradas por doquier. Aguantó las ganas desbordantes que sentía de querer vomitar, la escena le parecía grotesca y espeluznante.

Caminó entre los cadáveres, esquivando de no pisar nada y al mismo tiempo apurando su paso. No entendía cómo había llegado hasta allí, pero no era momento de cuestionarse nada, necesitaba volver a casa y, esperar a que su padre regresara de batalla.

Algo haló de sus piernas, haciendo que se cayera de bruces al lodoso suelo. Viró su mirada hacia donde persistía el agarre casi flojo de una mano sobre su tobillo.

Tragó saliva antes de mirar quien o qué cosa la sostenía con insistencia. Despacio, saboreando el temor latente. Para cuando sus ojos cielo llegaron a su cometido sintió que su sangre se helaba, que las lágrimas empezaban a escocer en sus parpados. Unos ojos igualmente de intensos que los suyos propios, cabello azabache y mirada que siempre fue compasiva, pero que ahora moría, se desvanecía.

The Real Enmity (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora